Ventajas de la metodología de aprendizaje cooperativo
Históricamente
el ser
humanos ha utilizado el
método
de enseñanza-aprendizaje cooperativo sin ser consciente de ello. Generación tras generación se han transmitido conocimientos sobre
diversos temas cruciales
para la
supervivencia
de la
especie humana, como por ejemplo: conocimientos de caza, recolección de frutos, alimentación,
mantenimiento del
hogar, o resistencia y prevención de
enfermedades. La
transmisión de
estos conocimientos y la
puesta
en práctica de
los mismos
se ha hecho tradicionalmente de
forma
grupal, y dado que la
supervivencia de
la especie
dependía del buen
hacer de
estas
y
otras labores,
el interés
común
de todos
los
miembros del proceso de enseñanza-aprendizaje estaba muy claro: todos los miembros deben
comprender los
conocimientos
correctamente. Este
objetivo
es uno
de los
principios básicos de la metodología de aprendizaje cooperativo. Según recoge León del Barco (2002) en su tesis, “ser cooperativo es una característica del ser humano que lo
ha hecho sobrevivir” (Johnson y Johnson,
1990, citado en León del Barco, 2002; p. 23).
El traspaso de conocimientos de unas personas a otras
inicialmente no estuvo regulado, se trataba de un proceso natural que respondía
a una necesidad en concreto. Posteriormente pasó de realizarse de forma natural,
a estar regulado o por lo menos planificado de antemano.
Debido a cuestiones
políticas y sociológicas,
que
no son objeto de
un profundo
análisis en este
proyecto, el aprendizaje actual
se
ha alejado de la filosofía inicial. En los
últimos años
se ha
primado
el trabajo individual, la competitividad
y
la
despreocupación por el aprendizaje de los compañeros. Como se expone en la obra de Slavin y Johnson
(1999), hasta los
años 80,
aproximadamente,
no empezaron
a
desarrollarse estrategias específicas de
aprendizaje cooperativo. Hasta
entonces el
autor resalta que:
(…), los docentes han estimulado a sus alumnos para que trabajen juntos en
proyectos
grupales
ocasionales,
en discusiones
o
debates colectivos o en
otras actividades
en conjunto
o
por parejas.
Los métodos que se
usaban eran, por lo general, informales; además, no tenían estructuración alguna y
sólo se los
empleaba en raras
oportunidades
(Slavin y Johnson, 1999; p.6).
Al igual que el ámbito educativo, en el ámbito
laboral en los últimos treinta años también se han venido desarrollando
estrategias de trabajo cooperativo. Las empresas apuestan por fomentar la
cooperación entre compañeros para obtener el máximo rendimiento laboral. Es
elevada la inversión que realizan en formación sobre optimización del tiempo en
reuniones, puesta en común de trabajos, organización de equipos de trabajo,
etc. En el mundo laboral se busca que todos los miembros de un
equipo tengan los conocimientos y habilidades necesarias para realizar
correctamente el trabajo grupal. Los trabajadores se apoyan los unos en los
otros durante la elaboración de un proyecto, y lo que hace uno miembro del
grupo, influye en el trabajo del resto.
Así mismo, la cooperación a nivel social es una
herramienta básica en el desarrollo de cualquier sociedad. Y por ello, la
metodología cooperativa se presenta no solo como una posible alternativa a la
metodología individualista o competitiva en el aula, sino como una alternativa
necesaria para el correcto desarrollo social de los alumnos.
La importancia
de enfatizar los
grupos
de aprendizaje cooperativo
en las clases
va
más allá
del rendimiento,
la aceptación
de las
diferencias y las actitudes positivas. La capacidad de todos los estudiantes para aprender a trabajar
cooperativamente con otros es
la piedra angular
para construir y mantener
parejas
estables, familias
y
amistades duraderas...
(Johnson
y
Johnson,
1982, citado en León del Barco, 2002;
p.24).
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