TÉCNICA DE LA TORTUGA. PROGRAMA DE AUTOCONTROL
¿EN QUÉ CONSISTE ESTA TÉCNICA?:
Esta técnica utiliza
la analogía de la tortuga,
la cual, como
bien se sabe,
se repliega dentro de su concha
cuando se siente
amenazada. De la misma
manera, se le enseña al niño o niña a replegarse dentro de su caparazón imaginario cuando
se siente amenazado, al no poder
controlar sus impul-
sos y emociones ante estímulos
ambientales.
En la
práctica:
El primer paso consiste en definir específicamente en qué conductas disruptivas objetivo nos gustaría que el niño
o niña utilizara esta técnica.
Se recomienda utilizar un registro
de conductas, para
que sean fácilmente observables y se puedan
distinguir cuáles se encuentran dentro del reper- torio conductual del alumno o alumna.
TÉCNICA DE LA TORTUGA
Es recomendable dejar un período
de 15 minutos cada día para la prácti-
ca dirigida, preferiblemente siempre a la misma
hora, como un descanso
entre las actividades académicas. El niño o niña debe
responder a la pala- bra clave «Tortuga».
Esta respuesta se enseña
en tres fases:
FASE 1: HISTORIA INICIAL: Se
empieza contando la historia
“Antiguamente había una
hermosa y joven tortuga, tenía 4 años y acababa
de empezar el colegio. Su nombre
era Pequeña Tortuga. A ella
no le gustaba mucho ir al colegio,
prefería estar
en casa con su hermano pequeño y con su madre. No le gustaba aprender cosas en el colegio, ella quería correr,
jugar,...era demasiado difícil y pesado
hacer las fichas y copiar de la pizarra, o
participar en alguna de las actividades. No le gustaba escuchar al profesor, era mucho más divertido hacer
ruidos que algunas de las cosas
que el profesor contaba, y nunca recordaba que
no
los debía hacer. A ella lo que le gustaba era estar jugando,
enredando con los
demás niños, gastar
bromas, etc. Así que el colegio
para ella era un poco duro.
Cada día en el camino hacia
el colegio, se decía a sí misma
que haría las cosas
lo mejor posible
para no meterse
en líos. Pero a pesar de esto,
era fácil que algo o alguien la descontrolara y al final
siempre acababa
en- fadada, o se peleaba o la castigaban. «Siempre metida
en líos» pensaba
«como esto siga
así, voy a odiar el colegio y a todos»
y la Tortuga lo pasa-
ba mal pero que
muy mal. Un día de los que peor se sentía, encontró a la
más grande y vieja tortuga
que ella hubiera
podido imaginar.
Era una vieja tortuga que tenía más de trescientos años y era tan grande como una
montaña. La Pequeña Tortuga
le hablaba con
una vocecita tímida
porque estaba algo asustada de la enorme
tortuga. Pero la vieja tortuga era tan
amable como grande y estaba
dispuesta a ayudarla. «¡Oye! ¡Aquí!» dijo con su potente voz, «Te contaré
un secreto: ¿Tú no te das cuenta que la solución a todos tus problemas
la llevas encima
de ti?» La Pequeña Tortu-
ga no sabía de lo que estaba
hablando. «¡Tu caparazón! ¡Tu caparazón!» le gritaba «¿para qué tienes tu concha? Tú te puedes esconder en tu concha siempre
que tengas sentimientos de rabia, de ira, siempre que tengas ganas de romper cosas,
de gritar, de pegar. Cuando
estés en tu concha
puedes descansar un momento, hasta que no te sientas
tan enfadada. Así la próxima
vez que te enfades, ¡métete
en tu concha!
A la Pequeña Tortuga le gustó la idea y estaba muy contenta de inten-
tar este nuevo secreto
en el colegio. Al día siguiente lo puso en práctica.
De repente un niño
que estaba delante
de ella accidentalmente le dio un golpe
en la espalda. Empezó a sentirse enfadada
y estuvo a punto de perder sus nervios y devolverle el golpe, cuando
de pronto recordó
lo que la vieja tortuga
le había dicho.
Se sujetó los
brazos, las piernas
y la cabe- za, tan rápido
como un rayo y se mantuvo quieta
hasta que se le pasó el
enfado. Le gustó mucho lo bien que estaba en su concha
donde nadie le podía
molestar. Cuando
salió se sorprendió de encontrarse a su profesora
sonriéndole, contenta y orgullosa de ella. Continuó usando su secreto
el resto del año. Lo utilizaba
siempre que algo o alguien le molestaba, y también
cuando ella quería
pegar o discutir con alguien.
Cuando logró actuar
de esta forma
tan diferente, se sintió
muy con- tenta en clase, todo
el mundo la admiraba y quería saber cuál era su mágico secreto».
FASE 2:
PRÁCTICA EN GRUPO
Después de contar la historia, se pasa a la fase
en la que toda la clase
tiene que responder a la Tortuga mirando
la actuación del docente. Sen- tado frente a la clase dirá algo como:
¡Oh! Siento
que me estoy enfadando con Juan porque
me pegó, pero podría ser listo y fuerte y hacer la Tortuga.
Pongo mis brazos
y mis piernas cerrando mi cuerpo, mi cabeza la inclino y apoyo mi barbilla
en el pecho y digo «Tortuga».
En este momento se hace una pausa y se queda
sin decir nada
y más tarde estando en la misma posición dice:
Es tan agradable estar en mi concha que se me pasan las ganas de pegar a Juan.
Se le pide a la clase
que imagine escenas
parecidas y que todos
ha- gan la Tortuga; se repite
la secuencia 5 o 10 veces hasta
que se verifique que todos
los niños y niñas la han aprendido. La enseñanza de esta parte de la prueba se puede plantear
como un juego.
El docente explica
a los niños y niñas que va a ponerse de espaldas y que tan
pronto como se vuelva hacia la clase y diga «Tortuga»
toda la clase la hará. Inmediatamen-
te tiene que reforzar
la ejecución de esta técnica.
FASE 3:
PRÁCTICA INDIVIDUAL
En la práctica individual se va dirigiendo a cada uno por separado, planteándole una o varias
situaciones problemáticas de las que
habitual- mente se dan en clase. El profesor
o profesora irá reforzando intensa- mente y de forma
inmediata las buenas
realizaciones. Hay que instruir
a la clase para
que refuerce mediante aplausos a cada niño
o niña que
ejecute la respuesta de la Tortuga.
Es importante animar a la clase
a que aplaudan y se pongan conten- tos cuando un niño
o niña realice la Tortuga.
Hasta ahora conseguía aten- ción inmediata por su conducta
impulsiva y disruptiva, a partir de ahora
conseguirá aprobación y atención
de sus compañeros y compañeras por controlarse. Sólo
a través de este apoyo
el niño o niña se atreverá
a hacer la Tortuga con la esperanza
de que su nuevo autocontrol sea aceptado por el resto de la clase y no lo percibirá
como algo inútil.
Se ha observado que con niños
y niñas particularmente disruptivos, las alabanzas algunas
veces no funcionan como refuerzo.
En estos casos se pueden utilizar caramelos, gominolas, etc. El profesor
o profesora pue-
de coger un montón de estas golosinas y mientras la clase practica tanto en grupo,
como de forma
individual, ir paseándose por la clase
y dándolas a quienes responden correctamente.
El resto de días de la semana,
durante los 15 o 20 minutos de prác-
tica, se tomarán como conductas objetivo los incidentes que hayan ocu- rrido durante el resto del día. Una forma de hacerlo es recordar
la historia de la Tortuga
e insertar los nuevos ejemplos en la misma.
Hacer ver a los
niños y niñas cómo podrían
haber utilizado en esas situaciones el nuevo truco,
cuando se han pegado, se han burlado de algún compañero
o compañera o se han quitado algo. El docente describirá la situación y modelará la respuesta
de la Tortuga y pedirá a la clase que le imite. Se reforzará a los niños y niñas por su respuesta
inmediata.
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