martes, 4 de junio de 2019

LA Tortuga: Técnica de autocontrol


TÉCNICA DE LA TORTUGA. PROGRAMA DE AUTOCONTROL


¿EN QUÉ CONSISTE ESTA TÉCNICA?:
Esta técnica utiliza la analogía de la tortuga, la cual, como bien se sabe, se repliega dentro de su concha cuando se siente amenazada. De la misma manera, se le enseña al niño o niña a replegarse dentro de su caparazón imaginario cuando se siente amenazado, al no poder controlar sus impul- sos y emociones ante estímulos ambientales.
En la práctica:
El primer paso consiste en definir específicamente en qué conductas disruptivas objetivo nos gustaría que el niño o niña utilizara esta técnica. Se recomienda utilizar un registro de conductas, para que sean fácilmente observables y se puedan distinguir cuáles se encuentran dentro del reper- torio conductual del alumno o alumna.


TÉCNICA DE LA TORTUGA
Es recomendable dejar un período de 15 minutos cada día para la prácti- ca dirigida, preferiblemente siempre a la misma hora, como un descanso entre las actividades académicas. El niño o niña debe responder a la pala- bra clave «Tortuga». Esta respuesta se enseña en tres fases:

FASE 1: HISTORIA INICIAL: Se empieza contando la historia
“Antiguamente había una hermosa y joven tortuga, tenía 4 años y acababa de empezar el colegio. Su nombre era Pequeña Tortuga. A ella no le gustaba mucho ir al colegio, prefería estar en casa con su hermano pequeño y con su madre. No le gustaba aprender cosas en el colegio, ella quería correr, jugar,...era demasiado difícil y pesado hacer las fichas y copiar de la pizarra, o participar en alguna de las actividades. No le gustaba escuchar al profesor, era mucho más divertido hacer ruidos que algunas de las cosas que el profesor contaba, y nunca recordaba que no



los debía hacer. A ella lo que le gustaba era estar jugando, enredando con los demás niños, gastar bromas, etc. Así que el colegio para ella era un poco duro.
Cada día en el camino hacia el colegio, se decía a misma que haría las cosas lo mejor posible para no meterse en líos. Pero a pesar de esto, era fácil que algo o alguien la descontrolara y al final siempre acababa en- fadada, o se peleaba o la castigaban. «Siempre metida en líos» pensaba
«como esto siga así, voy a odiar el colegio y a todos» y la Tortuga lo pasa- ba mal pero que muy mal. Un día de los que peor se sentía, encontró a la más grande y vieja tortuga que ella hubiera podido imaginar. Era una vieja tortuga que tenía más de trescientos años y era tan grande como una montaña. La Pequeña Tortuga le hablaba con una vocecita tímida porque estaba algo asustada de la enorme tortuga. Pero la vieja tortuga era tan amable como grande y estaba dispuesta a ayudarla. «¡Oye! ¡Aquí!» dijo con su potente voz, «Te contaré un secreto: ¿Tú no te das cuenta que la solución a todos tus problemas la llevas encima de ti?» La Pequeña Tortu- ga no sabía de lo que estaba hablando. «¡Tu caparazón! ¡Tu caparazón!» le gritaba «¿para qué tienes tu concha? te puedes esconder en tu concha siempre que tengas sentimientos de rabia, de ira, siempre que tengas ganas de romper cosas, de gritar, de pegar. Cuando estés en tu concha puedes descansar un momento, hasta que no te sientas tan enfadada. Así la próxima vez que te enfades, ¡métete en tu concha!
A la Pequeña Tortuga le gustó la idea y estaba muy contenta de inten- tar este nuevo secreto en el colegio. Al día siguiente lo puso en práctica. De repente un niño que estaba delante de ella accidentalmente le dio un golpe en la espalda. Empezó a sentirse enfadada y estuvo a punto de perder sus nervios y devolverle el golpe, cuando de pronto recordó lo que la vieja tortuga le había dicho. Se sujetó los brazos, las piernas y la cabe- za, tan rápido como un rayo y se mantuvo quieta hasta que se le pasó el enfado. Le gustó mucho lo bien que estaba en su concha donde nadie le podía molestar. Cuando salió se sorprendió de encontrarse a su profesora sonriéndole, contenta y orgullosa de ella. Continuó usando su secreto el resto del año. Lo utilizaba siempre que algo o alguien le molestaba, y también cuando ella quería pegar o discutir con alguien.
Cuando logró actuar de esta forma tan diferente, se sintió muy con- tenta en clase, todo el mundo la admiraba y quería saber cuál era su mágico secreto».



FASE 2: PRÁCTICA EN GRUPO
Después de contar la historia, se pasa a la fase en la que toda la clase tiene que responder a la Tortuga mirando la actuación del docente. Sen- tado frente a la clase dirá algo como:
¡Oh! Siento que me estoy enfadando con Juan porque me pegó, pero podría ser listo y fuerte y hacer la Tortuga. Pongo mis brazos y mis piernas cerrando mi cuerpo, mi cabeza la inclino y apoyo mi barbilla en el pecho y digo «Tortuga».
En este momento se hace una pausa y se queda sin decir nada y más tarde estando en la misma posición dice:
Es tan agradable estar en mi concha que se me pasan las ganas de pegar a Juan.
Se le pide a la clase que imagine escenas parecidas y que todos ha- gan la Tortuga; se repite la secuencia 5 o 10 veces hasta que se verifique que todos los niños y niñas la han aprendido. La enseñanza de esta parte de la prueba se puede plantear como un juego. El docente explica a los niños y niñas que va a ponerse de espaldas y que tan pronto como se vuelva hacia la clase y diga «Tortuga» toda la clase la hará. Inmediatamen- te tiene que reforzar la ejecución de esta técnica.

FASE 3: PRÁCTICA INDIVIDUAL
En la práctica individual se va dirigiendo a cada uno por separado, planteándole una o varias situaciones problemáticas de las que habitual- mente se dan en clase. El profesor o profesora irá reforzando intensa- mente y de forma inmediata las buenas realizaciones. Hay que instruir a la clase para que refuerce mediante aplausos a cada niño o niña que ejecute la respuesta de la Tortuga.
Es importante animar a la clase a que aplaudan y se pongan conten- tos cuando un niño o niña realice la Tortuga. Hasta ahora conseguía aten- ción inmediata por su conducta impulsiva y disruptiva, a partir de ahora conseguirá aprobación y atención de sus compañeros y compañeras por controlarse. Sólo a través de este apoyo el niño o niña se atreverá a hacer la Tortuga con la esperanza de que su nuevo autocontrol sea aceptado por el resto de la clase y no lo percibirá como algo inútil.
Se ha observado que con niños y niñas particularmente disruptivos, las alabanzas algunas veces no funcionan como refuerzo. En estos casos se pueden utilizar caramelos, gominolas, etc. El profesor o profesora pue-



de coger un montón de estas golosinas y mientras la clase practica tanto en grupo, como de forma individual, ir paseándose por la clase y dándolas a quienes responden correctamente.
El resto de días de la semana, durante los 15 o 20 minutos de prác- tica, se tomarán como conductas objetivo los incidentes que hayan ocu- rrido durante el resto del día. Una forma de hacerlo es recordar la historia de la Tortuga e insertar los nuevos ejemplos en la misma. Hacer ver a los niños y niñas cómo podrían haber utilizado en esas situaciones el nuevo truco, cuando se han pegado, se han burlado de algún compañero o compañera o se han quitado algo. El docente describirá la situación y modelará la respuesta de la Tortuga y pedirá a la clase que le imite. Se reforzará a los niños y niñas por su respuesta inmediata.

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