viernes, 7 de junio de 2019

La unidad didáctica Cooperativa


Esta línea de investigación sobre estructuras y métodos de trabajo entre iguales proviene de años atrás pero eclosiona en EEUU en los años ochenta y noventa como resultado de la integración de la teoría y aplicación de la psicología social.
A partir de la teoría socio-cultural de Vygotski y recuperado el carácter social de los aprendizaje, autores como Aronson y colaboradores 125, Slavin 126 y los hermanos Johnson 127

125 E. Aronson y colaboradores, The Jigsaw Classroom. Building Cooperation in the classroom. Nueva York, Longman, 1997.
126 R. Slavin, o. c.
127 D. W. Johnson / R. T. Johnson, o. c.

Paloma Moruno Torres - Mónica Sánchez Reula - Francisco Zariquiey Biondi


desarrollan técnicas educativas o «métodos de conducción» del aula en consonancia con la tendencia educativa contemporánea de «aprender a vivir juntos».
Analicemos la teoría de la interdependencia positiva de los hermanos Johnson como pre- cursor significativo de todo el desarrollo de estrategias y métodos de interacción entre iguales.
David y Roger Johnson formulan su teoría de la interdependencia social alrededor de 1970. A partir del análisis de las posibles interacciones entre individuos de «una tribu» anali- zan las diferentes modalidades de relación entre los alumnos de un grupo y las consecuencias de las mismas.
El postulado principal es que dichas estructuras de relación o interdependencia social de un grupo determinan el aprendizaje de sus miembros. Es decir, dependiendo del tipo de relación que el docente establezca entre estudiantes, así será el tipo de interacción entre ellos. Estas interacciones determinan la oportunidad de éxito de cada miembro y por lo tanto influ- yen en el esfuerzo y resultados para aprender.
Los Johnson identifican tres posibles tipos de interdependencia dentro del aula:
Ausencia de interdependencia (dinámica individualista). No existe interacción entre los alumnos, ni interrelación entre los logros. Cada uno trabaja de forma independien- te y obtiene resultados independientes. No existe intercambio con los otros.
En un aula con una dinámica individualista no hay correlación entre las metas de los alumnos. El hecho de que uno de ellos alcance sus metas, no influye en que otros consigan las suyas. Cada estudiante busca su propio beneficio sin tener en cuenta a los demás.
Interdependencia negativa (competencia). La interacción entre los alumnos es de oposición, ya que solo pueden alcanzar sus objetivos si los demás no los alcanzan. Esta interdependencia negativa hace que los alumnos se desalienten entre ellos y obs- taculicen los esfuerzos de los demás para alcanzar el suyo propio.
En un aula con una dinámica competitiva existe una correlación negativa entre las metas de los alumnos: uno alcanza su objetivo si, y solo si, los otros no alcanzan el suyo. En consecuencia, los estudiantes compiten por alcanzar sus objetivos.
Interdependencia positiva (cooperación). La interacción entre los alumnos es promo- vedora del esfuerzo, ya que los objetivos se pueden alcanzar si, y solo si, los demás alumnos también los alcanzan. Los alumnos animan y facilitan el esfuerzo de sus compañeros.
En un aula con una dinámica cooperativa existe una correlación positiva entre las metas de los alumnos. En consecuencia, los estudiantes cooperan entre sí, de cara a conse- guir sus objetivos.
En numerosos estudios experimentales sobre la eficacia de la implantación de dinámi- cas cooperativas en el aula se puede observar cómo este tipo de interacciones se muestran mucho más eficaces a la hora de maximizar el rendimiento escolar de todos los alumnos y promover un clima de clase basado en las relaciones cordiales y el tratamiento constructivo de los conflictos.
Esto se debe a que la interacción promovedora del esfuerzo hace que se aumenten los es- fuerzos de los alumnos hacia la consecución del logro. Por el contrario, la interacción basada

La cultura de la cooperación


en la oposición o la ausencia de interacción, llevan a una disminución de los esfuerzos hacia el logro, a relaciones interpersonales negativas y desajustes emocionales o psicológicos.
El establecimiento de una interdependencia positiva dentro del aula supone para el grupo: Un aumento de los esfuerzos hacia el logro.
Una mejora de las relaciones interpersonales.
Un mayor desarrollo de la responsabilidad individual y grupal.
Una interacción interpersonal promotora del aprendizaje de todos los alumnos. La democratización de las oportunidades de éxito escolar.
El desarrollo de las destrezas sociales de los alumnos. Una mejora del clima de convivencia dentro del aula.
En el caso de los alumnos con altas capacidades la interacción promovedora asegura la calidad de sus relaciones afectivas y sociales con los iguales, ya que este tipo de alumno no se percibe por el grupo sino como una ayuda y un apoyo a la consecución de las metas. Se favorece su participación en la dinámica de clase, previniendo la aparición de conductas inhi- bitorias en el alumno, además de ayudándole a cuantificar el valor del esfuerzo y el trabajo en grupo. Se mejora, por lo tanto, su sentimiento de pertenencia.
Con la metodología cooperativa es más sencillo conseguir que los estudiantes trabajen para alcanzar un objetivo común: maximizar el aprendizaje de todos y entender, por lo tanto, la diversidad y las diferencias individuales entre los compañeros.
Se alcanza así la máxima de la escuela inclusiva: poder educar a todos, independien- temente de sus cualidades y necesidades, en el mismo contexto educativo y de una forma globalizada, que permita dentro del aula la diferenciación curricular.
Tras la aparición de la teoría de la interdependencia social de los hermanos Johnson han sido muchas las propuestas concretas que han surgido de diferentes grupos de trabajo, para establecer dinámicas cooperativas en el aula, entre las que destacamos:
El modelo de Aronson (técnica del rompecabezas-Jigsaw). El modelo de de Vries: TGT (Teams-Games-Tournaments).
El modelo STAD de Slavin (Students Teams Achievements Divisions). El modelo de los hermanos Johnson: LT (Learning Together).
El modelo de Kagan (Structural Aproach).
El modelo de Sharan GI (Grup Investigation).
El modelo de Slavin: STL (Student Team Learning)
En la actualidad el uso de la metodología cooperativa se ha extendido por las escuelas de prácticamente todo el mundo. Existen numerosos estudios que avalan su eficacia, que hoy en día está lejos de ser discutida.
Dado que las principales ventajas radican en un mayor desarrollo cognitivo y de las habi- lidades sociales, entendemos que el aprendizaje cooperativo puede satisfacer las necesidades de diferenciación curricular que presentan los alumnos con altas capacidades, al tiempo que puede mejorar también la atención a las necesidades específicas de otros alumnos.
De cómo poner en marcha una cultura de cooperación en un centro ordinario es de lo que hablaremos en las siguientes páginas.

Paloma Moruno Torres - Mónica Sánchez Reula - Francisco Zariquiey Biondi


1.         Nuestra propuesta de implantación de estructura de aprendizaje cooperativo
A estas alturas del capítulo puede que el lector, convencido por la eficacia y ventajas de la implantación de la metodología cooperativa dentro del aula, se plantee cuál es la manera más adecuada para transformar un aula de carácter tradicional en un aula con dinámica de inter- dependencia positiva entre alumnos, en la que desarrollen estrategias de cooperación entre ellos para mejorar su rendimiento académico y sus habilidades sociales.
Pese a que parezca complejo, el proceso de implantación del aprendizaje cooperativo en un centro es bastante sencillo, si se considera la implantación progresiva de las estructuras adecuadas y se respeta el ritmo de asimilación del nuevo modelo por el equipo decente.
La implantación de estructuras de cooperación debe realizarse en el seno de una re- flexión del equipo sobre la cultura del centro, sus planteamientos y objetivos, y principalmen- te sobre las señas de identidad que hacen de ese centro escolar un lugar único.
La modificación de dichas estructuras supone un proceso a medio y largo plazo, en el que es importante que haya acuerdo entre el equipo docente y que los avances, por pequeños que sean, vayan dirigidos a realizar modificaciones en todos los niveles y grupos de trabajo de forma simultánea.
La implicación y participación de todos los profesores en este proceso es de suma impor- tancia, ya que le dará sentido al cambio. Si conseguimos la implicación del equipo docente, es- taremos cambiando la cultura del centro para procurar un modelo de enseñanza más inclusivo.
En ese sentido, la cooperación y colaboración de todos es importante, aunque repetimos que la implantación es mucho más sencilla de lo que puede parecer.
Nuestra experiencia respecto a la implantación de la metodología cooperativa en el cen- tro nos hace pensar que dicho proceso de implantación podría sustentarse sobre cuatro ám- bitos de intervención íntimamente relacionados: la cultura de cooperación, («querer»), la red de aprendizaje, («poder»), la unidad didáctica cooperativa y la red de enseñanza. Pasamos a describir brevemente estos cuatro ámbitos en los que la cultura del centro ha de sufrir modi- ficaciones.

Primer ámbito: la cultura de la cooperación
Consiste en redefinir el proceso de enseñanza-aprendizaje, para otorgar a la interacción coo- perativa entre iguales un papel central.
En este primer momento el objetivo es generalizar el uso de estrategias cooperativas den- tro de las aulas, concienciando a toda la comunidad educativa de su utilidad y ventajas.
Esto quiere decir que es importante que el equipo docente quiera poner en práctica esta metodología, al mismo tiempo que los alumnos quieran trabajar juntos para obtener mejores beneficios. Y que esta metodología suponga el eje central del planteamiento del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Si este proceso se lleva a cabo de forma adecuada, tenemos el componente primordial para llevar a cabo esta profunda transformación del centro: querer.
El proceso no termina con la puesta en práctica de las redes de enseñanza y aprendizaje, sino que de forma progresiva retroalimenta esa necesidad y voluntad de querer trabajar de forma colaborativa.

La cultura de la cooperación


Segundo ámbito: la red de aprendizaje
Consiste en la implantación de la estructura cooperativa dentro del aula. Una vez que la comu- nidad educativa entiende que la forma más adecuada de enfocar el proceso es la cooperación entre iguales, es el momento en el que los alumnos comiencen a trabajar juntos y a compartir su aprendizaje de forma progresiva.
Pero, para poder continuar con el proceso, no basta con que la comunidad educativa quiera establecer la cooperación como eje fundamental del proceso de enseñanza-aprendiza- je. También tienen que saber.
En ese sentido, este segundo ámbito supone la implantación muy secuenciada de los distintos elementos que fundamentan y hacen efectiva la cooperación entre iguales. Los ocho elementos básicos que aseguran una adecuada estructura cooperativa entre iguales y que pro- fesores y alumnos deben manejar, se desarrollarán más a fondo en el siguiente capítulo.
De forma progresiva los alumnos han de aprender a trabajar juntos. Y para ello se esta- blecen relaciones de cooperación entre ellos, que les ayudan a ir adquiriendo las destrezas necesarias para alcanzar el segundo objetivo: poder.
Tercer ámbito: la unidad didáctica cooperativa
Consiste en poner en práctica la metodología cooperativa en el terreno académico, a nivel curricular.
El modo en que los alumnos asimilan y se ejercitan en los elementos básicos de las dinámicas cooperativas, ha de ser necesariamente curricular, por lo que este ámbito no puede separarse del anterior más que a modo teórico y descriptivo.
La red de aprendizaje ha de servir al alumno para mejorar la calidad de su aprendizaje de contenidos académicos, es decir, la metodología cooperativa ha de incorporarse al tratamien- to de las unidades didácticas.
Los alumnos que trabajan de modo cooperativo sus habituales contenidos académicos, han de experimentar así las ventajas de la utilización de la metodología cooperativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Cuarto ámbito: la red de enseñanza
Establecimiento de dinámicas cooperativas de trabajo en el equipo docente. Como decíamos al principio, si pretendemos que la implantación de la metodología cooperativa en las aulas supon- ga un cambio estructural claro dentro de un centro educativo, puede resultar muy interesante crear una red de colaboración-cooperación entre iguales adultos, es decir, entre profesores.
Este aspecto no es imprescindible, pero podría facilitar la labor docente de forma nota- ble, optimizando los recursos humanos del centro y estableciendo una «cultura de claustro» más cooperativa, en la que un grupo de profesores trabajan juntos para conseguir un objetivo común, de forma similar a lo que sucede dentro del aula entre los alumnos.
El proceso de implantación y la intervención en estos cuatro ámbitos no supone compar- timientos estancos ni, como hemos citado más arriba, se produce de forma concatenada. La intervención es simultánea, dando especial importancia a la sensibilización que, además de estar presente al comienzo de la implantación, debe suponer un referente constante durante todo el proceso.

Paloma Moruno Torres - Mónica Sánchez Reula - Francisco Zariquiey Biondi




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