ESTRATEGIAS PARA TRABAJAR LA IMPULSIVIDAD EN PRIMARIA
El alumnado con TDAH emplea muy poco tiempo
en analizar los estí- mulos, es poco
atento y comete más errores que los
alumnos o alum- nas reflexivos. Deben tomar conciencia de los procesos cognitivos que se utilizan en el aprendizaje para aprender
a controlarlos, reconducirlos y optimizarlos.
La impulsividad es la causa del comportamiento inadecuado, la pre- cipitación
de la respuesta hace que no se pongan en marcha los meca-
nismos de reflexión que seleccionarían una respuesta
más adecuada. Una respuesta probablemente más racional y menos emocional. Respecto a estas conductas el profesorado puede llevar a cabo diferentes
estrategias y pautas de intervención en el aula. El
objetivo fundamental de toda in- tervención
con el alumnado con rasgos de impulsividad es dotarles con herramientas prácticas que les permitan regular por ellos mismos
su impul- sividad, en la medida
de lo posible.
Definir las normas
• Consensuar y definir las normas generales del aula, y decidir las consecuencias de su incumplimiento.
• Redactar en positivo las normas, que han de ser pocas,
claras y consistentes.
• Establecer y consensuar normas
personalizadas con aquel
alumnado que las necesite.
• Prever diferentes vías de solución
a un mismo problema.
• Hacer un recordatorio frecuente de la normativa y colocarla en un
lugar visible del aula.
• Reforzar al grupo la conducta adecuada
que hayamos planteado. Trabajar de forma
individual con el alumnado con TDAH.
• Aplicar las consecuencias de forma inmediata.
• Ser constante
y firme a la hora de aplicar
los procedimientos.
Favorecer el autocontrol
• Fomentar el trabajo colaborativo entre
el alumnado.
• Posibilitarle indicaciones, consejos y advertencias que guíen su conducta, con el objetivo
de que consiga interiorizarlo a través de imágenes, iconos o frases concretas.
• Valorar positivamente, en los momentos
de inicio de conducta in- adecuada, al alumno o alumna que presente
un comportamiento adecuado y que pueda servir
de modelo.
• Enseñarle estrategias de autoinstrucción mediante el habla interna que posibilite al alumno o alumna controlar su conducta.
• Enseñarle a realizar
movimientos con ritmos
muy lentos.
• Enseñarle técnicas de relajación que podrá poner
en marcha cuan- do note la activación o se le avise de ella. Por ejemplo, según
la edad y características del niño o niña, podemos
enseñarle a que cuando se note activado procure respirar profundamente al tiempo
que se da autoinstrucciones: «tranquilo»,
«cálmate», etc. o incluso utilizar la técnica de la tortuga.
• Enseñarle a esperar su turno en actividades compartidas.
• Mediar entre el alumnado facilitando la expresión
y comprensión de situaciones de conflicto interpersonal, entrenándoles para que con- sigan llegar a la resolución de conflictos sin intervención del
adulto.
• Realizar una mayor supervisión en situaciones menos
estructura- das: patio de recreo,
salidas, desplazamientos, fiestas,
etc.
• Aumentar la tolerancia a la frustración, posponiendo las recompen-
sas inmediatas en beneficio de otras mayores y más a largo plazo.
Premiar las acciones adecuadas e ignorar las inadecuadas
• Expresarle diariamente aspectos positivos
realizados.
• Realizar
valoraciones positivas y equitativas.
• Evitar comparaciones con otros alumnos o alumnas.
• Evitar comentarios negativos, ironías,
alzar la voz, etc.
• Utilizar registros de forma que pueda ver los avances
que realiza en los aprendizajes.
• Implantar un sistema de puntos en el que se premia la consecución
de objetivos y con coste
de respuesta ante el incumplimiento. Unas veces para objetivos individuales y en otras
para objetivos de todo el
grupo.
• Retirar reforzadores positivos a continuación de la conducta
que queremos eliminar.
• Ignorar las conductas inapropiadas, y en el caso de que sean muy
molestas, utilizar la técnica del tiempo fuera.
• Trabajar las consecuencias de las conductas desajustadas en los momentos en los que no haya conductas disruptivas.
Aumentar su capacidad de reflexión
• Seleccionar con el alumnado con TDAH las conductas con las que se
va a intervenir para disminuir
o aumentar su frecuencia.
• Sustituir el verbo ser por el verbo estar, para
cuidar su autoestima e informarle del comportamiento esperado. Por ejemplo, en lugar de
«eres desordenado», decir «tu pupitre está
desordenado».
• Estructurar el ambiente con señales visuales
que le guíen
e inciten a esperar y a pensar.
• Pedirle que piense en voz alta
para ayudarle a generar un lenguaje
interno que controle su conducta.
• Actuar como
modelo en el uso del lenguaje interno
en los procesos
de resolución de problemas.
• Observar y analizar después
con el niño
o niña las conductas que presenta en diferentes momentos, espacios y con diferentes perso- nas, mostrando alternativas a conductas no adecuadas.
• Analizar los errores
o equivocaciones realizadas de forma objetiva, evitando sentimientos de culpabilidad.
• Hacerle consciente de las consecuencias de las conductas inade- cuadas.
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