El colegio que nos enseña cómo aceptar e integrar a una alumna trans
La pequeña ha optado por vivir libremente su identidad de género y la escuela ha decidido apoyarla mandando una circular informativa a los padres del resto de alumnos
Cada vez hay más niños y niñas transexuales que reciben apoyo a la hora de vivir libremente su identidad de género. Menores que son respetados por sus semejantes. Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, ya que todavía existe un trasfondo de incomprensión que les lleva a padecer sufrimiento, burlas o acoso, hay ejemplos que muestran que algo está cambiado. Y para bien. La última noticia a este respecto ha sido la circular que ha mandado una directora de un centro escolar a los padres de los alumnos para mostrar su apoyo a una alumna trans. En ella, la regidora comunicaba la nueva situación: “Seguramente, cuando sus hijos vuelvan hoy de la escuela les explicarán que hay un niño en 4º que el lunes será una niña. Ella ha decidido dar un paso importante y vivir con arreglo a su verdadera identidad de género, es decir, como la niña que siempre ha sido”.
Dar apoyo es esencial
"Por supuesto, este paso es el resultado de un proceso largo y meditado por parte de la familia, que está bien informada y se ha asesorado en todos los aspectos”, continúa la mujer en su texto. “Nosotros, como escuela, también estamos preparados para acompañarla”, añade. En la carta, la directora recalca que la decisión de la niña no es un capricho: “La identidad sexual viene determinada por el sexo psicológico, que está prácticamente decidido en cualquier persona desde los tres años y que en ocasiones no coincide con el asignado al nacer, como ocurre en el caso de esta alumna”. La mujer acaba ofreciendo información a los padres y demás alumnos, “ya que es aconsejable que todo el mundo esté informado y sea consciente de la situación". Con esta circular, "queremos evitar situaciones incómodas o burlas derivadas del desconocimiento, aunque creemos que conseguirá el apoyo que necesita y se facilitará su integración”.
Después de tantas noticias amargas, esta me ha alegrado la semana. Es esta preciosa carta del colegio de mi sobrino de 9 años, donde informa que a partir del lunes una niña ha decidido vivir con su verdadera identidad de género:
El texto fue colgado en redes por la tía de unos de los alumnos del colegio y ha llegado a alcanzar en Twitter más de 18.000 favoritos. Entre los más de sus 150 comentarios, aunque hubo alguno negativo, la mayoría han sido positivos: “Mi enhorabuena por la madurez y sensibilidad, tanto de la familia como la del colegio, haciendo que una persona crezca feliz y acorde a su identidad”; Mi sobrino y sus amigos hace tiempo que le llaman por su nombre de niña”, o “Me da mucho orgullo tu sobrina !! Y a la escuela por respetar la decisión del niño de ser como es en realidad. Espero que esto quede de reflexión a las demás escuelas para aceptar a cada uno como es”.
Un ejemplo a seguir
Este ejemplo que se escenifica en la carta y en la actitud del centro escolar es lo que debería ocurrir siempre. Pero un solo caso, no es suficiente.
Una de cada 1.000 personas es transexual en España, según datos de la Asociación de Familias de Menores Transexuales, Chrysallis, cuya presidenta, Natalia Aventin, ha catalogado como incompletos en más de una ocasión a este periódico: “Todavía hay muchas personas transexuales que viven ocultas y es un panorama desalentador para muchos niño/as que sufren sin poder vivir su identidad”.
El número de suicidios entre las personas transexuales durante su adolescencia es alrededor de un 30% más alto con respecto a otros jóvenes de su edad. Se trata de un momento vital en el que se producen muchos cambios físicos, emocionales y mentales orientados a que la persona encuentre su propia identidad.
Para mejorar la situación de los menores trans, Crysallis, por ejemplo, colabora con centros escolares que quieren mejorar en su atención a todos los colectivos. El Colegio Escandinavo de Madrid, por ejemplo, fue el primero en ser reconocido por la Fundación con el “Certificado de Diversidad de Género”. Esto implica una formación específica al profesorado, a los alumnos e incluso a las familias, que en ocasiones son las que comentan en corrillos de patio las últimas habladurías sobre este o aquel niño. Sin duda, este ejemplo es esperanzador, pero es solo un paso, hay que seguir avanzando.
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