INTRODUCCIÓN.
Desde
que el autismo fuera identificado por primera vez en 1943 (Kanner), se ha
desarrollado estudios para investigar esta condición desde distintas
perspectivas. Sin embargo, lo que los expertos en este campo no han tomado en
cuenta es la opinión de los “expertos nativos”, o personas con autismo. Algunas
personas con autismo prefieren que se las llame “autistas” y esto ha de
respetarse en cada caso particular, tras hablar con la autora y con el fin de
promover un lenguaje con actitudes positivas hacia estas personas, en la
traducción se ha preferido no hablar de “autistas” sino de “personas con
autismo”, anteponiendo así la persona al trastorno y evitando utilizar
condiciones clínicas como adjetivos.
En este libro trato de
demostrar que “diferente” no significa “anómalo” o “defectuoso”. La
“normalidad” es un término muy relativo, dado que la “norma” se aplica a menudo
al procedimiento mayorítario, con lo
cual estaría mejor justificado designarlo como “típico”. Para evitar el
término “normal”, las personas con autismo en la Red Internacional
de Autismo fundada por Jim Sinclair y Donna Williams en 1992, han introducido
un nuevo término: “Funcionamiento Neuronal Típico” para describir a las
personas sin autismo.
El autismo es una forma
de ser, ya que todo lo invade, cada experiencia, cada sensación, percepción,
pensamiento, emoción; en resumen, todos y cada uno de los aspectos de la
existencia. Ellos no responden en la manera en que esperamos, puesto que tienen
sistemas diferentes de percepción y comunicación. Bob Morris (1999) denomina
esto como SPHSP: Sentidos, percepciones, habilidades y sistemas de pensamiento
(SPHSP/SPATS: senses, perceptions, habilitéis and Thinking Systems) que no se
realizan en el mismo rango que los de las personas con funcionamiento neuronal
típico. Obviamente, resulta muy difícil comunicarse con alguien que emplea un
“lenguaje” diferente (y las personas con autismo son como “extranjeros” en
medio de cualquier cultura). Pero no es adecuado utilizar métodos de personas
sin autismo para enseñar y tratar a los niños con autismo. Está claro que esos
métodos fallarán, a veces llegando a dañar sus vidas.
Hay que renunciar a
suposiciones convencionales (las de las
personas sin autismo) y aprender de ellos sobre sus sistemas de comunicación,
para tender puentes entre los dos mundos. Se puede seguir la recomendación de
Donna Williams acerca de la forma de ayudar a personas con autismo:”Si tienes un camello que tiene dificultades
para caminar por el peso de varios fardos, lo más sencillo para facilitar la
marcha de ese camello quitarle cuantos más fardos sea posible”, en vez de
enseñar “…al camello caminar o aparentar
que camina mientras soporta los fardos, no vaya a ser la última gota que colme
el vaso. Para soltar los fardos del lomo del camello, hay que hacer dos cosas:
una es identificarlos y otra es saber cómo quitarlos” (Williams 1996,
pág.87).
Actualmente no hay
pruebas médicas que detecten el autismo, su diagnóstico se basa más bien en la
presencia de conductas específicas (DSM-IV, ICD-10), concretamente, en la
alteración en los campos de interacción social, comunicación e imaginación,
conocida como la Tríada
de Alteraciones (Wing, 1992). Estas conductas son un grupo de reacciones compensatorias
determinadas que vienen causadas por alguna(s) alteración(es) fundamental(es) y
no pueden ser consideradas como características primarias. Estas
características de conducta, no dicen mucho sobre por qué las personas con
autismo las muestran y cómo experimentan el mundo. De ahí que sea inútil tratar
de eliminar dichas conductas sin haber identificado sus causas subyacentes,
independientemente de si esas “extrañas reacciones” interfieren en la enseñanza
o el tratamiento de niños con autismo.
Desde que Kanner (1943)
identificara el autismo, han ido surgiendo distintas teorías sobre los posibles
déficits que conlleva el autismo. Y desde los años 70 el principal énfasis se
ha dirigido hacia el desarrollo cognitivo de niños con autismo, a la vez que se
originaban diferentes teorías sobre los déficits cognitivos: “teoría de la
mente” (Baron-Cohen, Leslie y Frith 1985); teoría de la coherencia
central (Frith, 1989); teoría del déficit de funcionamiento ejecutivo (Ozonoff,
1995) y otras más. Todas estas teorías sugieren que los procesos de percepción
de bajo nivel están intactos en el autismo, y que se puede asumir que, el
procesamiento de la información hasta el
punto de su interpretación por el sistema central, se hace con normalidad en el
autismo (Frith, 1989). Actualmente hay muchas causas de autismo y algunos
investigadores incluso distinguen varios tipos de autismo los cuales
resultarían todos en algunos patrones de conducta (alteraciones en la
interacción social, comunicación e imaginación). Aunque muchos problemas
diferentes puedan producir síntomas similares, lo que en realidad el autismo es
una combinación de esos problemas reflejados en la Tríada. Se ha
demostrado que los déficits en el procesamiento de la información, tanto en la
percepción como en la ejecución, se hallan en todas las personas dentro del
espectro del autismo, aunque el rol de los problemas de percepción sensorial es
aún muy controvertido.
En los años 60 y 70 se
señalaba la idea de las anomalías en la percepción sensorial como una
característica intrínseca a este trastorno (Rimland, 1964) y se formuló la teoría
de la disfunción sensorial (Delacato, 1974). A pesar de que se han
observado experiencias sensoriales inusuales en las personas con autismo
todavía se enumeran como una característica asociada del autismo en las
principales clasificaciones de diagnóstico.
Aunque se ha publicado
una serie de obras que inciden sobre las anomalías de percepción en el autismo,
hoy no se ha investigado sistemáticamente esas posibles anomalías ni cual sería
su papel a la hora de causar conductas del autismo. Hace falta desarrollar más
investigación para descubrir si esos problemas de percepción son
características intrínsecas en las anomalías del autismo, qué sentidos se ven
afectados, la intensidad con que dichos sentidos funcionan, etc.
Este libro intenta
reconstruir el mundo sensorial del autismo para ayudar a comprender la forma en
que las personas con autismo experimentan el mundo, porque sus especialistas,
aunque movidos por la mejor de las intenciones, a menudo “fallan a las personas
con autismo y la mayoría de las personas con autismo no recibe ninguna ayuda en
absoluto, muchas de ellas se sienten degradadas y algunas incluso han sido
dañadas” (Gerland, 1998), debido a una incorrecta comprensión e interpretación
de su condición. El siguiente es un intento de describir las posibles
experiencias sensoriales (no siempre necesariamente anomalías) basado en el
testimonio personal de personas con autismo. Si logramos entender las causas de
ciertas conductas, podremos aceptarlas. Si sabemos qué buscar, nos será más
fácil entender los problemas y habilidades de la persona, y podremos hallar
métodos apropiados para identificar las dificultades. Es más, entender la forma
en que las personas con autismo experimentan el mundo conllevará un respeto
hacia las personas con autismo en su intento de sobrevivir y llevar una vida
productiva en nuestro mundo, en lugar de enfrentarse a la falta de aceptación a
menudo mostrada por la gente.
Lo que les falta a
muchos estudios sobre la disfunción sensorial en el autismo es la opinión y
puntos de vista del problema que tienen las personas con autismo. Bob Morris
(1999) lo denomina “error original”, es decir, tratar de reconstruir el “mundo de las personas con
autismo” empleando los métodos y percepciones de las personas sin autismo. Para
evitar esto debe verse como la principal fuente de información de esta
condición. Nuestro enfoque consiste en escuchar a las personas con autismo que
desean comunicarse y explicar cómo experimentan ellos el mundo, sin asumir que
sólo nuestra visión puede ser la correcta porque para eso somos
especialistas/padres.
En este libro, el
término “tipos de disfunción sensorial ha sido reemplazado por “tipos
de experiencias sensoriales”, dado que no todas sus experiencias resultan
ser “disfuncionales”o “defectuosas” sino más bien “diferentes” o “que muestran una super-habilidad” (por
ejemplo, “sinestesia”, “resonancia”, “visión aguda/oído agudo”, etc) y podrían
ser consideradas como puntos fuertes más que déficits.
Antes de entrar en los
posibles patrones de experiencias de percepción sensorial se ofrece una
explicación de por qué no se debe ignorar el rol de estas diferencias (CAPÍTULO
1) y considerar los conceptos y problemas generales como los SISTEMAS SENSORIALES
y la PERCEPCIÓN
(CAPÍTULO 2). En los CAPÍTULOS 3 y 4 se
analizan las posibles EXPERIENCIAS SENSORIALES y los ESTILOS DE PERCEPCIÓN en
el autismo. Dado que las diferencias en la percepción sensorial afectan a los
procesos cognitivos, se profundiza en cómo se reflejan estas diferencias de
percepción en las diferencias de PENSAMIENTO. (CAPÍTULO 5). A continuación se
incluye la sección “qué síntomas buscar”, para ayudar a la identificación de
cada característica particular. A veces no
podemos explicar una conducta porque no conocemos su causa. Mientras se
leen las descripciones los lectores pueden hacer dos cosas: 1, intentar simular
estas experiencias sensoriales del autismo para al menos imaginarse lo que
sería para ellos, y 2, pensar en alguien con autismo que conozcamos.
Otras CONDICIONES
SENSORIALES, que son muy comunes en el autismo vienen descritas en el CAPÍTULO
6. Las experiencias sensoriales y estilos de percepción se clasifican en 20
categorías. Aunque no sería completa, por lo que se requiere más investigación
y cooperación de las personas con autismo.
Tras la “exploración” del mundo sensorial, se pasa a
considerar los distintos tratamientos destinados a eliminar los problemas de
percepción sensorial, complementándolo con un debate de las limitaciones y
puntos fuertes de los diferentes enfoques y técnicas que tratan las
dificultades de percepción sensorial experimentadas por las personas con
autismo (CAPÍTULO 7).
Y por último aparecen los “arco iris”:
herramienta gráfica desarrollada para ayudar a identificar las posibles
experiencias diferentes de cada niño, para poder trabajar con ellos “en su
territorio”.(CAPÍTULO 8). (La
Lista de Control de Perfil Sensorial se incluye en el
APÉNDICE 1 y se ha diseñado para identificar las áreas de puntos fuertes y
retos para personas con autismo). El
Perfil de Percepción Sensorial pretende evaluar el impacto de estas
dificultades en cada persona, así como dar pie a estrategias relevantes y
cambios en el entorno para facilitar que se puedan desenvolver mejor. En el CAPÍTULO
9 se dan algunas ideas que ayudan a interpretar las conductas causadas por las
diferencias de percepción sensorial y a identificar las dificultades de percepción
sensorial que tienen las personas con autismo. A lo largo de todo el libro, se
ofrecen ejemplos que ilustran los distintos fenómenos.
CAPÍTULO 1:
¿DISFUNCIÓN SENSORIAL O EXPERIENCIAS SENSORIALES DIFERENTES?
Durante las últimas décadas han
aparecido diferentes concepciones del autismo, entre las que se destacan las
anomalías perceptivas sensoriales como base de las características centrales
del trastorno. Algunos investigadores describen el autismo como un trastorno de
los sentidos que una disfunción social, en la que cada sentido opera de una
manera aislada y donde el cerebro es incapaz de organizar los estímulos de
manera significativa (Hatch-Rasmussen, 1995). Se ha barajado que los síntomas
del autismo sean simplemente la consecuencia de una lesión cerebral que hace
que los cerebros de los niños con autismo perciban estímulos e informaciones
del mundo diferentes de aquellos
cerebros sin autismo. El autismo se define en ocasiones como una disfunción
sensorial (Delacato, 1974), un trastorno integrativo sensorial en el que el cerebro no es capaz de proporcionar
significado alguno a las sensaciones, ni de organizarlas en percepciones y
posteriormente en conceptos (Ayres, 1979), etc. Algunos autores afirman que
presentar una experiencia sensorial poco común constituye una característica
primaria capaz de explicar los síntomas básicos del autismo incluidos en el
DSM-IV (cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos
mentales) y el CIE-10 (clasificación internacional de enfermedades). De esa
manera, las percepciones anómalas podrían ocasionar altos niveles de ansiedad,
dando lugar sucesivamente a conductas obsesivas o compulsivas convirtiendo de
esta forma los problemas secundarios del desarrollo en los criterios más
comunes (Delacato, 1974).
A pesar de que no es tan fácil como
parece, ya que el autismo es un fenómeno muy complejo de explicar por medio de
las experiencias sensoriales, si es cierto que los problemas perceptivos
sensoriales juegan un papel importante en el
autismo. La prueba indirecta viene dada por la investigación de los
campos del aislamiento sensorial y de las alteraciones visuales
y/o auditivas. Estos estudios (Doman, 1984)
muestran que un aislamiento súbito y casi completo de la estimulación a
través de los cinco sentidos puede llevar a conductas similares a las halladas
en el autismo (retraimiento, movimientos estereotipados, etc). Los síntomas del
aislamiento sensorial en los animales y muchos síntomas del autismo son
similares: los animales recluidos en un entorno hostil se muestran excitables y
adoptan conductas estereotipadas, llegando incluso hasta autolesionarse
(Grandin, 1996).
La investigación en las alteraciones
visuales ha mostrado casos en los que se presentan algunos patrones
similares tanto en niños ciegos como en niños con autismo, tales como las
alteraciones en la interacción social, comunicación y movimientos
estereotipados. Gense y Gense (1994) han ilustrado que las formas en las que se
asemejan las conductas existentes de los niños con autismo y aquellas de los
que presentan alteraciones visuales. Por ejemplo, conductas como balanceos
rítmicos de la cabeza, girar objetos, el “abrazo del entorno físico”
(especialmente en espacios amplios) y la necesidad de tocar todo en un cuarto
antes de sentarse, son típicas tanto en los niños con autismo como en aquellos
con deficiencias visuales. A menudo, esta conducta se atribuye en el autismo a
conductas rituales obsesivas, sin llegar a dar una explicación de dicha
conducta. Las personas con autismo sostienen que la causa original se debe a
una naturaleza perceptiva. Por ejemplo, cuando se le preguntó a Donna Williams,
una mujer con autismo que logró un buen nivel de desarrollo de sus capacidades,
el motivo por el cual hacía esto último, ella explicó que encontraba dificultad
en percibirse a sí misma en relación con el entorno, a menos que realizara esta
conducta, esto le daba seguridad, ayudándole de esa manera a interpretar su
contexto ambiental. También se han
observado características comunes en el desarrollo del lenguaje de los niños
con autismo y de aquellos que presentan alteraciones visuales. Por ejemplo, se
ha apreciado que dos características distintivas del “lenguaje propio del
autismo”, como son LA
ECOLALIA y la INVERSIÓN PRONOMINAL , se dan también en el
lenguaje de los niños que presentan alteraciones visuales (Fay y Schuler,
1980). Por lo tanto, se puede afirmar que la estimulación visual juega un papel
crítico en el desarrollo de la comunicación. Existen también características
similares a las del autismo en los niños sordos, aunque en menor grado.
Alrededor del 75 al 80 por ciento de
la información acerca del mundo se recibe a través de la visión. Así pues, un
niño ciego tiene que entender o procesar un conjunto muy diferente de
información sensorial y como consecuencia puede desarrollar problemas
emocionales y psicológicos dando lugar a conductas como las del autismo. Los
investigadores (Cass, 1996) consideran que ese panorama similar al autismo
observado en niños ciegos viene dado por el mismo déficit central que en los
niños con autismo videntes. De esta manera, las características que se detallan pueden considerarse como
“normales”en el caso de los niños ciegos: ausencia de contacto visual, mirada
fija, conductas repetitivas, anomalías del lenguaje, conductas de orientación
(oler, tocar objetos, etc). Se plantea una cuestión: ¿Son “ciegos” de alguna
manera los niños con autismo”?, es decir, ¿está distorsionada su
percepción? Aunque la ceguera implica
que existe una ausencia de información acerca del mundo, ésta afecta a todos
los niveles de funcionamiento de persona. Para establecer un paralelismo, se
puede suponer que el autismo implica la existencia de distorsiones en la
información visual / auditiva / olfativa/ táctil del mundo. Mientras que la
persona con ceguera / sordera / sordoceguera dispone de otros sentidos (que funcionan
correctamente) para compensar dicha falta de visión, audición, y pueden “ver” a
través de sus oídos, nariz y manos, o “escuchar” a través de sus manos y ojos;
sin embargo, los de las personas con autismo no pueden a menudo confiar en sus
sentidos, ya que estos pueden estar afectados de alguna manera.
Merece la pena aprender de qué
manera las personas con autismo contemplan en sí mismos el papel de las
dificultades perceptivas sensoriales que sufren. Los informes personales de las
personas con autismo revelan que la percepción anómala constituye uno de los
principales problemas que sufren. Así mismo, muchos autores con autismo
consideran el autismo como una condición relacionada en gran parte con el
proceso sensorial. Por ejemplo, J.G.T. Van Dalen (1995) considera que la causa
invisible de todos los problemas emocionales y
sociales proviene de una naturaleza perceptiva y que, para que se
entienda realmente el autismo, éste tiene que verse por encima de todo como un
déficit perceptivo. Para Donna Williams (1992), sus dificultades de expresión
fueron secundarias y éstas aparecieron a partir de una serie de anomalías
primarias que le dificultaban la percepción del mundo que se encontraba a su
alrededor. Temple Grandin (1996), una de las mujeres con autismo afirma que
algunos episodios de mala conducta estaban causados directamente por las dificultades sensoriales y considera que
la mayoría de las personas con autismo sufren continuos problemas de
procesamiento sensorial, que van desde imágenes fragmentadas e inconexas en un
extremo a una ligera anomalía en el otro.
En el Geneva Centre for Autisme
(Centro para Autismo de Ginebra) (Walter y Cantello, 1994) se llevó a cabo una
encuesta con el fin de conseguir nuevas percepciones dentro de las experiencias
sensoriales de las personas con autismo. Se les pidió que completaran la
encuesta de forma anónima vía Internet. Según los datos obtenidos, el 81%
presentaron diferencias en la percepción visual, el 87% en la auditiva, el 77%
en la táctil, el 30% en la gustativa y el 56% en la olfativa. Todos estos datos
muestran algunas evidencias del papel que juega la percepción sensorial
distorsionada en el autismo.
Las personas con autismo entienden
desde una edad temprana que son diferentes, pero no saben el porqué. No es
extraño que a menudo ignoren que su percepción del mundo es diferente, ya que
no tienen ningún referente más con el que comparar dichas percepciones. Bob
Morris (1999) explica que: si naces con
diferentes percepciones, no tienes manera de saber que tus percepciones
individuales no son las mismas que las del 99% de la población hasta que
realmente dichas diferencias llaman tu atención”. Las personas con autismo
se dan cuenta por primera vez de sus diferencias al final de la etapa
adolescente o incluso más tarde. Por ejemplo, pasaron muchos años antes de que Liane Willey, una mujer con el síndrome
de asperger , comprendiera que ella realizaba y pensaba muchas cosas que
otras personas no hacían. Entonces, se dio cuenta de lo peculiar que era su mundo, el cual no era ni equivocado,
embarazoso o sin esencia, sino simplemente diferente.
A fin de ilustrar la idea de
confusión e incorrecta identificación que las personas de desarrollo típico (en
este caso sin autismo) tienen acerca de los que tienen autismo, Bob Morris
(1999) utiliza el cuento de Andersen “El Patito Feo”. Un huevo de cisne se
extravió y apareció en el nido de un pato. A medida que crecía, los demás lo
veían como un pato raro y torpe. Pero, algún tiempo después, y tras una
correcta identificación, el cisne se mostró físicamente más majestuoso,
esplendoroso y poderoso que lo que cualquier pato hubiera jamás esperado llegar
a ser. El autor concluye diciendo que si comprendemos que todos nosotros
tenemos patrones de habilidad complementarios, tanto débiles como fuertes, en
nuestros respectivos SPHSP (sentidos, percepciones, habilidades y sistemas de
pensamiento), entonces las personas con autismo podrán llevar una vida, en
lugar de depender de una ayuda vital de por vida. Morris aconseja a los profesionales
que se incluyan dichos SPHSP a la hora de llevar a cabo la comprobación del
diagnóstico y que se les enseñe a todos aquellos sabios patos a reconocer,
tratar y desarrollar un cisne, en vez de intentar modelar el cisne hasta
convertirlo en un pato con defectos.
Muchas personas con autismo han
confirmado el hecho de que las personas con autismo comparten sistemas de
percepción y pensamientos comunes. Así mismo, manifiestan tener pocos problemas
a la hora de comunicarse y entenderse con personas de “su mismo tipo” (Dekker,
1999, Williams,1994). Aunque existen múltiples variedades en lo que a
percepción se refiere, las personas con autismo no son tan diferentes de las de
desarrollo típico si se toman en consideración los SPHSP como conjunto (Morris,
1999). A pesar de que los sistemas trabajan de manera diferente, las respuestas
a los estímulos sensoriales son “normales” (desde el punto de vista de la
persona con autismo), si bien diferentes y convencionales, pero no por ello
anómalas o defectuosas. Parece incorrecto el usar métodos propios de las
personas sin autismo para tratar a las personas con autismo. Siempre, existen
dos maneras de mirar las cosas: la manera sin autismo y la manera con autismo
(Bovee). Nuestra tarea sería aprender a entender la segunda manera.
En el siguiente capítulo, trataremos
brevemente los conceptos generales que usaremos a lo largo de todo el libro,
como pueden ser los SISTEMAS SENSORIALES y de PERCEPCIÓN, y se
comparará el desarrollo perceptivo sensorial de los niños con autismo y de los
que no tienen autismo.
CAPÍTULO 2: LA PERCEPCIÓN.
2.1 SISTEMAS SENSORIALES.
El filósofo francés, Etienne Bonnet
Condillac (1715-1780) sostuvo que todos los conocimientos, juicios y
reflexiones provienen de las sensaciones. A fin de ilustrar el papel que juegan
los sentidos en la conformación de la mente, describió una estatua de mármol a
la que en un principio se le dotó de un único sentido, el olfativo. Luego, se
le proporcionó el gustativo, el táctil y finalmente, el auditivo y el visual,
de manera que dicha estatua cobró vida. Para empezar a entender de qué manera
sentimos y percibimos el mundo, debemos conocer en primer lugar cómo se
construyen los mecanismos sensoriales y de qué forma funcionan a la hora de
transmitir las sensaciones, es decir, qué tipo de experiencias originan los
estímulos. Estos sentidos actúan a través de órganos sensoriales
especializados.
Los órganos sensoriales o receptores
(órganos o células capaces de responder a un estímulo externo, como puede ser
la luz, el calor, etc y de transmitir una señal a un nervio sensorial) se
pueden clasificar en: a) RECEPTORES EXTEROCEPTIVOS: cuando captan estímulos que
se producen fuera del organismo. Se dividen en sentidos a distancia (
vista, oído y olfato) y sentidos por contacto (gusto y tacto). b)
RECEPTORES INTEROCEPTIVOS: cuando captan estímulos que se producen dentro del
organismo. Las células interoceptivas operan dentro del cuerpo. Dentro de
éstos, tenemos los propioceptores, que tienen como misión informar de la
posición y movimiento del cuerpo. Tradicionalmente, se distinguen los
siguientes sistemas sensoriales:
1)
VISIÓN: la facultad de ver.
2)
AUDITIVO: la facultad de percibir sonidos.
3)
SISTEMA VESTIBULAR: se refiere a las estructuras que se
encuentran dentro del oído interno. Dicho sistema participa en la captación de
la posición de los movimientos de la cabeza.
4)
OLFATIVO: la facultad de percibir olores y aromas.
5)
GUSTATIVO: la facultad de percibir el sabor de una
sustancia soluble cuando ésta se encuentra en la boca y garganta.
6)
TÁCTIL: la facultad de percibir el tacto, presión,
dolor, temperatura.
7)
PROPIOCEPTIVO: la facultad de percibir estímulos que se
producen dentro del organismo, especialmente aquellos relacionados con la
posición y movimiento del cuerpo.
Los órganos sensoriales transforman
los estímulos sensoriales, como la luz, sonidos, olores, sabores, texturas (al
tacto), en señales nerviosas eléctricas/químicas, las cuales se identifican, se
reúnen y se interpretan en el cerebro.
Las señales de cada órgano sensorial se
procesan en áreas especializadas del cerebro. La mayoría de la información
sensorial (excepto el olor) pasa a través del tálamo y, a continuación, donde
se realiza un procesamiento secundario.
A) OLFACCIÓN (EL
SENTIDO DEL OLFATO).
El sistema olfativo es el canal
sensorial principal durante la infancia. Los receptores olfativos están
localizados en las fosas nasales, en la pequeña región que constituye el
epitelio olfativo, y es donde se activan las moléculas odorantes que están
presentes en el aire. Existen alrededor de 10 millones de receptores olfativos
en la nariz, de al menos 20 tipos diferentes. Cada tipo detecta una gama
diferente de moléculas olfativas. Los receptores responden rápidamente a las
diminutas sustancias químicas que se encuentran en el aire. Sin embargo,
también se adaptan a ellas en un breve espacio de tiempo, de manera que la
intensidad del olor se disipa en un breve lapso de tiempo. Las señales
nerviosas circulan desde el nervio olfativo hasta el centro olfativo del
cerebro, que procesa el patrón de señal electroquímica e identifica el olor. El olfato se diferencia de otros
sentidos en dos formas. En primer lugar, es el único sentido que se encuentra
conectado directamente con la amígdala (sistema límbico) y, a continuación, a
la corteza cerebral, sin tener que pasar antes por el tálamo, una estación de
relevo sensorial en la que las señales sensoriales se transmiten a otras
regiones de la corteza especializadas para cada sentido. En segundo lugar, y a
diferencia de otros sentidos, no va desde cada fosa nasal al hemisferio
opuesto, sino que pasa sin cruzar al mismo hemisferio. Juega un gran papel en
la percepción de los sabores.
B) SISTEMA
GUSTATIVO: EL SENTIDO DEL GUSTO
Los receptores del gusto son las papilas
gustativas, que se encuentran en la lengua, la cara interna de las
mejillas, el paladar de la boca y en la garganta. Tenemos entre 2000 y 5000
papilas gustativas que se subdividen en diversas categorías dependiendo de los
gustos primarios: dulce (cerca de la punta de la lengua), salado y
agrío (en los laterales de la lengua), amargo y picante (en la parte
posterior de la lengua). La zona media de la lengua, conocida también como
punto ciego de la lengua, no contiene papilas gustativas. Así mismo, la lengua
también puede sentir la temperatura y la textura. Este sentido no es muy fuerte
sin el sentido del olfato. Esta es la razón por la cual no percibimos ningún
sabor o gusto cuando tenemos un resfriado y nuestro sentido del olfato está
bloqueado. Los sentidos del olfato y del gusto se denominan a menudo sentidos
químicos debido a que ambos funcionan de manera similar: el gusto actúa por
contacto de sustancias químicas en los
líquidos, y el olfato con sustancias químicas que flotan en el aire.
C) VISIÓN.
Los ojos son los órganos sensoriales
de la visión. Su función es recibir la luz y dejar que ésta llegue hasta las
terminaciones nerviosas (receptores de la vista) que se encuentran en la parte
posterior de los ojos (la retina). El punto ciego es el lugar en el que
se unen las terminaciones nerviosas de los conos y bastones que forman
el nervio óptico y sus vasos sanguíneos con la retina. Se denomina de esta
manera debido a que esa parte de la retina carece de células sensibles a la
luz, por lo que los ojos no reciben luz en dicho lugar. Para hallar el punto
ciego dibuja en un folio dos cruces, una en cada extremo. Lentamente mueva el
folio hacia su cara. En algún punto durante ese movimiento hacia usted, una de
las cruces parecerá desaparecer. Esto ocurre cuando la imagen cae precisamente
dentro de un punto ciego.
C.1) DESCRIPCIÓN
DEL OJO.
El globo ocular está compuesto por
tres capas:
a)
LA
ESCLERÓTICA es la parte externa ( lo blanco) del ojo y es la
que protege el globo ocular. La córnea es la parte transparente que está
situada en la parte delantera del ojo.
b)
EL COROIDES es la capa intermedia del globo ocular, que
contiene miles de vasos sanguíneos y proporciona oxígeno al ojo.
c)
LA RETINA
es la capa más interna del ojo, formada por: los conos son sensibles a los
colores y las luces intensas, y los bastones son sensibles a intensidades
mínimas de luz.
La luz entra en el ojo a
través de la pupila. El iris (el área circular coloreada del ojo) controla la
cantidad de luz que llega al ojo. Justo detrás de la pupila se encuentra el
cristalino. Éste invierte la imagen, de manera que ésta se proyecta al revés
sobre la retina. El cerebro es el encargado de invertir la imagen para que esté
en sentido correcto. El cristalino a su vez es el encargado de enfocar los
rayos de luz. La capacidad de los ojos de ajustar el enfoque mediante el
aumento o la disminución del tamaño del cristalino, se llama acomodación.
En una visión normal, los rayos de luz se enfocan justo sobre la retina. Sin
embargo, a veces puede ocurrir que la córnea y el cristalino enfoquen
correctamente. En la miopía (visión corta), la luz de los objetos lejanos se
enfoca frente a la retina, cuya consecuencia es la percepción de imágenes
borrosas. En la hipermetropía (visión larga), la luz de los objetos cercanos se
enfoca detrás de la retina, de manera que la visión de imágenes será asimismo
borrosa. El espacio situado entre la córnea y cristalino está ocupado por un
líquido claro y aguado que recibe el nombre de humor acuoso, ayudando a
proporcionar el tono adecuado al globo ocular. Directamente detrás de la púpila
y del cristalino, la retina tiene una pequeña región denominada mancha amarilla, en la que
se concentran la mayoría de los conos.
C.2) PROCESO DE LA VISIÓN.
El cerebro aprende a compensar y
completar las partes incompletas de la imagen a través de la información de
colores y formas que se encuentra alrededor de dicha imagen. Cada campo visual
del ojo cubre un área ligeramente diferente y cada ojo visualiza un objeto
desde un ángulo ligeramente diferente. El cerebro combina ambas imágenes del
objeto dando una única visión. La visión a través de los dos ojos se llama visión
binocular o estereoscópica. Las señales eléctricas se transmiten a lo largo
del nervio óptico de cada ojo y cruzan el quiasma óptico, de manera que las
señales del lado derecho del ojo izquierdo y del lado derecho del ojo
derecho van al hemisferio
derecho y las señales del lado izquierdo de cada ojo van al hemisferio
izquierdo. La corteza visual del cerebro está compuesta por numerosas áreas,
cada una de las cuales procesa diferentes aspectos de la vista, tales como el
color, forma, tamaño, movimiento, profundidad, distancia, etc. De este modo,
cada elemento visual se procesa en diferentes áreas del cerebro.
D) AUDICIÓN.
Los oídos son los órganos
sensoriales de la audición. La información sonora de cada oído va a la corteza
auditiva del hemisferio contrario.
D.1) PARTES DEL
OÍDO.
El oído consta de tres partes: a) el
oído externo: la principal misión de la pinna
o pabellón (parte superior del
oído externo) es la de captar o dirigir las ondas sonoras hacia el interior del
oído. El canal auditivo es un tubo corto que va desde el pabellón a la membrana
timpánica (una membrana muy delgada y semitransparente que cierra por
dentro el conducto auditivo externo). Cuando las ondas sonoras atraviesan el
canal auditivo y pegan en el tímpano, hacen que éste vibre. Las vibraciones
llegan a través de la cavidad del oído medio.
b) El oído medio: existen
tres huesecillos, el martillo, el yunque y el estribo, que forman una
cadena a través del oído medio. La vibración de la membrana timpánica produce
la vibración de estos tres huesecillos, los cuales, a su vez, hacen que vibre
la ventana oval (otra membrana que se encuentra en el interno, en el
lado contrario de la membrana timpánica). La trompa de Eustaquio es un
conducto que conecta el oído medio como parte trasera de la garganta (laringe)
y sirve para igualar la presión de aire
de los lados del tímpano.
c) El oído interno: la
vibración de la ventana oval hace que la perilinfa (un fluido que se
encuentra en el oído interno) vibre y se originen ondas de vibración en la endolinfa
(un fluido que rodea las terminaciones nerviosas auditivas) y envía
información electroquímica a lo largo de los receptores auditivos hacía el
troncoencéfalo a través del tálamo a la corteza auditiva del lóbulo temporal
para el procesamiento secundario.
E) SISTEMA
VESTIBULAR.
Los órganos sensoriales del
equilibrio y gravedad, están localizados en el oído interno. Existen tres
canales semicirculares, que están cubiertos de endolinfa. Estos órganos envían
mensajes al cerebro relativos al movimiento y cambios en la posición de la
cabeza: cuando movemos nuestra cabeza, nos giramos, nos acostamos, etc. la
endolinfa presiona las terminaciones nerviosas situadas detrás de la pared de
cada canal y envía el mensaje al cerebro. El sentido del equilibrio se
encuentra respaldado por la visión y por
los propioceptores. Es mucho más difícil
mantenerse en equilibrio con un pie teniendo los ojos cerrados. A
menudo, cuando nos giramos tenemos una sensación de vértigo y esto se debe a
que el cerebro recibe mensajes confusos acerca de la posición de nuestro
cuerpo. A los bebés les lleva tiempo desarrollar la coordinación entre el
sentido del equilibrio, la vista y los propioceptores.
F)
PROPIOCEPCIÓN.
El sistema propioceptivo (sentido
cenestésico) nos proporciona información acerca de los músculos y
articulaciones (contracción, estiramiento, doblamiento, compresión, etc) y
permite que nos demos cuenta de la posición del cuerpo. Los receptores que se
encuentran en los músculos, tendones y articulaciones informan al cerebro
acerca de la posición y postura del cuerpo. Así mismo, los propioceptores
también identifican la cantidad correcta de presión que hay que ejercer para
levantar algo ligero o pesado. La información propioceptiva se procesa en
diferentes zonas del cerebro.
G) SISTEMA
TÁCTIL.
El sentido del tacto es uno de los
primeros sentidos en desarrollarse, comenzando dicho desarrollo en el útero.
Juega un papel importante a la hora de recibir información acerca del entorno y
mostrando reacciones de protección. La piel es el órgano sensorial del tacto.
Existen cinco tipos de receptores táctiles en las diversas capas de la piel:
para el tacto sensible, la presión, el dolor, el calor y el frío. Los
diferentes receptores táctiles responden a distintos tipos de estímulos. Por
ejemplo, los corpúsculos de Pacini son terminaciones nerviosas que
responden principalmente a estímulos
mecánicos de presión; las terminaciones de Merkel y Meissner, reaccionan
ante el contacto y las vibraciones pequeñas y rápidas; las de Ruffini perciben
los cambios de temperatura; los nociceptores
son los receptores primarios del dolor originado a causa de
temperaturas extremas, presión, etc. Tenemos muchos receptores por toda la
piel. Se concentran en mayor número en algunos lugares, como por ejemplo, en
las yemas de los dedos, haciendo que éstas sean muy sensibles, y en menor
densidad en otros, como en la espalda. Cuando los receptores táctiles se
estimulan mediante el contacto, calor, frío o vibración, estos envían señales a
las zonas específicas del cerebro. Cuando nos vestimos, podemos sentir el tacto
de nuestra ropa sobre la piel, pero esta sensación desaparece gradualmente.
Esta pérdida progresiva de sensación se denomina HABITUACIÓN. Ocurre lo mismo
con el olfato y el gusto. Si los sentidos se exponen a estímulos continuos, el
proceso de habituación aparece rápidamente. Cuando los estímulos cambian, entonces
las sensaciones aparecen de nuevo. Al igual que con el olfato y el gusto, los
receptores táctiles manifiestan la habituación ante los estímulos continuos.
Esta es la razón por la cual no sentimos la ropa que llevamos puesta y
únicamente somos conscientes de este hecho si nos la cambiamos o nos la
colocamos.
2.2. ¿EN QUÉ
CONSISTE LA PERCEPCIÓN ?
Todo aquello que sabemos y conocemos
acerca del mundo y de nosotros mismos proviene de nuestros sentidos. Por
consiguiente, todo nuestro conocimiento es producto de todo aquello que hemos
visto, oído, olido, etc. El proceso mediante el cual un organismo recoge,
interpreta, comprende la información del mundo exterior mediante los sentidos
se denomina PERCEPCIÓN. Éste tiene varias etapas, comenzando por la SENSACIÓN. Éste es un
proceso elemental imposible de ser analizado que no tiene en cuenta ningún
objeto externo, sino que es simplemente una cuestión de sensaciones. Éstas
poseen calidad, intensidad y duración. En general se pueden dividir en afectivas,
(placer, dolor) y representativas (gusto, tacto, olfato, calor).
Desde un nivel perceptivo (material y objetivo), no es comprensible que las
cosas puedan tener un significado más allá del que es perceptivameunte válido
(Powell, 2000). Una vez que la información entrante ha pasado por las zonas
específicas en el cerebro, las percepciones sensoriales se acoplan junto con
las asociaciones cognitivas y se dirigen y se relacionan con los diferentes
tipos de cosas que hay en la memoria (conceptos). Por ejemplo, percepción de un
bolígrafo se une al concepto de escribir:
2.3. DESARROLLO
DE LA PERCEPCIÓN
SENSORIAL.
Un bebé no nace con los conocimientos
y estrategias preparadas para percibir las complejidades de los estímulos
ambientales. Esta habilidad se desarrolla con la edad. Después de nacer, la
interacción del bebé con el medio ambiente se convierte inmediatamente en una
fuente de conocimiento. Los niños adquieren la información acerca del mundo y
comprueban constantemente la validez de la misma. Por tanto, la percepción
consiste en extraer información mediante la estimulación. (Gibson, 1969).
Depende tanto del aprendizaje como de la madurez. Los bebés no nacen con el
mundo perceptivo desarrollado en su totalidad sino que ellos mismos lo van
creando a través de sus propias experiencias, recuerdos y procesos cognitivos. Los
bebés no tienen conciencia de la existencia de su cuerpo como un conjunto, como
un todo, lo perciben como “órganos separados, como las manos, boca, brazos, y
vientre” y no conocen cómo se relacionan las diferentes partes del cuerpo.
Aprenden a autopercibirse de una manera gradual y aprenden a controlar las
diferentes partes de su cuerpo con el fin de realizar movimientos
intencionados.
El bebé aprende a ver, oír, etc. A
pesar de que la visión y la audición conlleven la capacidad de recibir visiones
y sonidos, ello no implica que se comprendan dichas imágenes visuales y sonidos.
Tenemos que aprender a encontrar el significado en aquello que vemos y oímos.
Desarrollamos nuestras habilidades en el proceso auditivo y visual y
conseguimos aprenderlas a través de la interacción con el entorno. Los bebés
aprenden a diferenciar los diferentes estímulos procedentes de un sinfín de
sonidos, formas, patrones, movimientos, y durante los primeros meses de vida
consiguen desarrollar la habilidad que les permite llevar a cabo la
diferenciación que existe entre las variaciones de los colores, formas,
sonidos, etc. También han de aprender a obtener y almacenar la información
procedente de sus sentidos. En realidad, aprenden a usar sus órganos
sensoriales y a conectar las imágenes sensoriales con sus significados.
Si los procesos perceptivos funcionan
correctamente, el niño será capaz de darle sentido a las cosas sin tener que
relacionarlas con el entorno. Por otro lado, una aportación sensorial
distorsionada se convierte en información distorsionada. Si se pierde uno o
varios sentidos (por ejemplo, la vista o el oído) los demás sentidos se
desarrollan para así poder compensar y crear un equilibrio. Los mundos
sensoriales perceptivos de aquellas personas que sufren ceguera o sordera son
muy diferentes de aquellas que no presentan estas discapacidades. Aunque
cerremos nuestros ojos o nos tapemos nuestros oídos, es difícil imaginar como
ellos experimentan la vida. Aquí podemos hablar acerca de diferentes
percepciones, lenguas, e incluso de diferentes culturas. Por ejemplo, la
persona que sufre ceguera vive en un mundo táctil/auditivo/olfativo/gustativo
sin ninguna percepción visual. Sus experiencias se basan en la interacción que
establecen con el mundo a través de los sentidos disponibles. Esto no significa
que su mundo sea disfuncional, sino que se trata de un mundo diferente. En vez
de imágenes visuales, ellos poseen conceptos táctiles-motores. Su percepción
del espacio y del tiempo es diferente. Perciben la distancia a través del
tiempo, calculando cuánto tiempo les ha llevado llegar a algo o pasarlo. Los
invidentes compensan la falta de visión mediante el uso de otros sentidos (a
menudo muy agudos) y reconstruyeron ese mundo “sin visión” a través de imágenes
sonoras, táctiles y “fotos” olfativas, siendo muy difícil que las personas
videntes puedan siquiera imaginar cómo hacerlo.
Oliver Sacks, en su libro Un antropológo en Marte, escribe sobre
un hombre que se llama Virgil y que estuvo ciego durante 45 años. Cuando
recuperó la vista, los resultados fueron muy sorprendentes. Podía ver, pero no
podía interpretar lo que veía. Seguía permaneciendo “ciego” ante los
significados de los estímulos visuales. Únicamente podía lograr ver el
significado visual de los objetos si los tocaba, es decir, usando el sistema
táctil. Conseguía “ver” con sus oídos, nariz o manos mucho mejor que con sus
ojos, de manera que tuvo que aprender a conectar las experiencias visuales con
sus significados. Debido a que su mundo se había construido mediante el uso de
otros sentidos, le fue verdaderamente difícil aprender a usar sus ojos. Un
ejemplo era que él solamente prestaba atención de una manera visual si se le
pedía que lo hiciera de dicha forma. Ya que no poseía experiencia ni memoria
visual, tenía grandes problemas a la hora de reconocer los objetos, animales o
personas. No podía establecer la distinción entre un círculo y un cuadrado si
no se le permitía tocarlos. Virgil era “mentalmente invidente”, era capaz de
ver pero no de descifrar lo que estaba viendo. Aquella información extraña que
le llegaba a través de sus ojos y que no estaba respaldada por experiencias y
memorias visuales, únicamente hacía que su percepción se viera sumida en un
proceso de confusión, de manera que esta información “ajena” interfería con su
capacidad de interpretar al entorno. ¡Podía “ver” mejor sin sus ojos!
Las personas que presentan sordera
congénita y que recuperan audición en
algún momento de sus vidas también
pueden sufrir problemas similares. Al principio, se encuentran a sí mismos
sumidos en un mundo de sonidos, siendo incapaces de interpretarlos
(“mentalmente sordos”). Les lleva mucho tiempo aprender a usar sus oídos y a
darle a cada imagen auditiva su significado correspondiente. Tienen que
aprender a “traducir” los estímulos auditivos y convertirlos en estímulos
visuales/olfativos para poder aprender sus significados correspondientes.
Aquellos que recuperan la visión o audición a una edad temprana tienen menos
problemas a la hora de adaptarse a su nuevo mundo perceptivo, por lo tanto, el
factor tiempo es muy importante a la hora de tratar los problemas perceptivos.
Puede que a algunos niños con autismo se les deba enseñar a usar sus ojos,
oídos, a comer y a moverse. Jim Sinclair (1992), una persona con autismo de
alto funcionamiento expresa que algunas habilidades como reconocer personas
y cosas presuponen otras habilidades aún más simples y básicas, como saber
adjudicar un significado a los estímulos visuales. Para entender una
conversación se debe aprender a procesar los sonidos, lo cual a su vez requiere
reconocer los sonidos como elementos que se pueden procesar. Se ha de reconocer
como una forma de establecer un cierto orden dentro del caos existente. Las
personas con autismo pueden tener problemas a la hora de adquirir estas
habilidades. Algunas funciones complejas como una conversación (o cualquiera
que requiriese conductas motoras) necesitan que todas las partes del cuerpo se
vean implicadas y que se coordinen todos sus movimientos. Producir cualquier
conducta en respuesta a una percepción requiere el control y la coordinación de
las entradas y salidas de información a la vez, y con una rapidez suficiente
como para mantener el ritmo del cambio en las entradas de información, pudiendo
estas entradas precisar un cambio en las salidas de información. Los niños con
autismo parecen no poseer estas habilidades. A sí que, ¿cómo podemos aprender a
usar nuestros sentidos para darle sentido al mundo que nos rodea? Eleanor Gibson
(1969), identifica tres tendencias del desarrollo perceptivo:
1) Incrementar la especificidad de la
discriminación. Los organismos maduros restringen sus reacciones a los
estímulos, es decir, responden únicamente a los estímulos reales o a una
aproximación ajustada de éstos. Los jóvenes muestran un aumento continuo en la precisión y consistencia de sus
discriminaciones y también manifiestan una reducción constante del tiempo que
necesitan para llevar a cabo dichas discriminaciones.
2) La optimización de la atención. La
percepción es un proceso activo que cambia por factores de desarrollo. Los
niños de poca edad son muy enérgicos y activos y sus procesos perceptivos son
ahora mucho más agudos que las respuestas perceptivas que se dan en la
infancia. Por ejemplo, los movimientos de sus ojos no se centran en un punto o
lugar fijo de un objeto, sino que examinan su contorno buscando rasgos distintivos. Seleccionan la
información necesaria del estímulo complejo, prestando atención a los estímulos
relevantes y pasando por alto los irrelevantes. Sólo con la edad se aprende a
prestar atención a la información deseada y a ignorar aquello que se considera
irrelevante.
3) Incrementar la economía en la recogida de
información. La combinación de estas dos tendencias del desarrollo ayuda a
explicar la creciente sofisticación perceptiva. Los jóvenes aprenden a
discriminar un objeto centrándose únicamente en aquellos rasgos que lo
distinguen. Se pueden aislar alguna invariante, es decir, un rasgo o
característica que permanezca constante en el tiempo, habrán mejorado de una
manera importante la percepción que tienen de un objeto. De este modo, incrementan
su capacidad de procesar varios objetos o acontecimientos a la vez, ya que son
capaces de establecer y ver las diferentes relaciones existentes y de dar forma
a las estructuras, lo cual facilita la retención y la memoria económica.
El mundo real y el que se percibe
son diferentes. Toda la información que recibimos de nuestros sentidos se
construye en nuestro cerebro. Éste no puede procesar todos los estímulos
presentes, sin embargo, sí que puede seleccionar los aspectos claves de la
escena, mientras que el resto del mundo queda en un segundo término. El proceso
de la percepción es un proceso activo que guía al cerebro, el cual tiene dos
vías: la información procedente de los órganos sensoriales (materia prima) se
encuentra influida por la “información interna” (la información que hemos
almacenado adaptado a las experiencias
vividas con anterioridad).
A medida que pasan los años tendemos
a menudo a “distorsionar” aquello que percibimos, ya que con frecuencia
añadimos a nuestra percepción de lo que “vemos”, “oímos”, etc. aquello que
esperamos oír, ver, etc en determinadas situaciones. Estas expectativas se
basan en nuestra experiencia y conocimiento. No es necesario examinar una
superficie plana vertical con un pomo (picaporte) para saber que es una puerta
y que podemos abrirla para entrar en casa, por ejemplo. Muchas de las
constancias “perceptivas” almacenadas en nuestro cerebro nos ayudan a movernos
en nuestro mundo con seguridad y confianza y a “ahorrar tiempo” para llevar a
cabo otros procesos cognitivos (resolver problemas, planificar actividades,
etc).
Nuestra interpretación (lo que
vemos) del mundo se basa en nuestra imaginación, memoria, y experiencia. Por
ejemplo, conocemos el tamaño de los objetos y las personas por nuestras
experiencias pasadas. Usamos este conocimiento para “ver” e interpretar las
cosas y las personas a las cuales nos exponemos en el presente. De este modo,
la imagen final (multi-sensorial: visual, auditiva, olfativa, etc) se ve
distorsionada, incluso sin darnos cuenta de que nuestro “mundo percibido” no es
una copia verdadera del mundo real. Si miramos a las cuatro personas de la
imagen (figura 2.2), sabemos que la persona que se encuentra más situada a la
izquierda debería parecer más pequeña. Si esta persona parece tener la misma
altura, interpretamos que él o ella es el más alto, aunque las cuatro figuras
midan exactamente lo mismo. Esto es un ejemplo de ilusión visual. Sin embargo,
podemos experimentar ilusiones en cualquier modalidad sensorial.
La ilusión es una
interpretación errónea de algo que existe realmente y que es percibido por los
sentidos. Algunas ilusiones pueden surgir por diversas causas, tales como un
conocimiento o percepción imperfectos, un desarreglo de los sentidos, como es
el caso de alguien que ve dos objetos donde sólo hay uno. A diferencia de las
alucinaciones, las ilusiones constituyen errores de percepción y/o
construcción, más que falsas construcciones.
Existen varios tipos de ilusiones.
1)
Ilusiones causadas por algunos procesos fisiológicos
y/o mecánicos, por ejemplo, el punto ciego: el efecto halo (cuando el
resplandor de una luz brillante persiste incluso después de haberla apagado
debido a la activación residual de los receptores de luz en la retina.
2)
Ilusiones causadas por “el filtro de información de
figuras de fondo”, que se producen cuando nuestra percepción depende de
aquello que hemos tomado como una imagen de primer plano, como por ejemplo, un
jarrón o dos caras (figura 2.3.).
3)
Ilusiones cognitivas: aquellas causadas por la
interpretación cognitiva de los estímulos percibidos, como por ejemplo, cuando
“vemos” aquello que esperamos ver.
“Ver” o “no ver” ilusiones visuales
proporciona una manera objetiva y reproducible de examinar las capacidades
visuales y constructivas del cerebro. Oliver Sacks cuenta el caso de S.B. , una
persona invidente que recuperó su visión cuando estaba ya en la cincuentena. Sus
respuestas a las ilusiones visuales fueron muy peculiares. En algunas
“ilusiones fisiológicas”, como las líneas paralelas que parecen divergir de
líneas divergentes, él las veía como líneas paralelas. Las figuras invertidas
(ilusiones filtradas), como los cubos y escaleras dibujadas en perspectiva o
figuras ambiguas, no se invertían para él y no podía verlas en profundidad. No
podía percibir la fluctuación existente entre ellas y el suelo. Simplemente
veía una “imagen” sin cambiar de perspectiva de figura a fondo. Sacks
interpreta este fallo como una evidencia de la existencia de construcciones
visuales rudimentarias y una ausencia visual temprana.
De este modo, siempre hay algo de
nosotros en nuestra interpretación de los estímulos. Por un lado, nuestra
respuesta no es objetiva, ya que depende de nuestras experiencias previas,
intereses, motivaciones, etc. Por otro lado, nuestra percepción se ve influida
por nuestra cultura y aunque cada cerebro construya el mundo de una manera
diferente a cómo los demás – ya que cada cerebro es diferente, las formas que
operan son similares para las personas sin discapacidad. Incluso teniendo en
cuenta las diferencias perceptivas, vemos que hay similitud como para
establecer que un libro es un libro, que gato es un gato, etc.
CAPÍTULO 3: POSIBLES EXPERIENCIAS SENSORIALES EN EL AUTISMO.
3.1. ¿Cómo se percibe el mundo desde el
autismo?
Aprender
la manera en la que funcionan los sentidos de cada persona con autismo es la
clave crucial para entender a esa persona. (O’Neill,1999, pag 31).
Aunque las personas con autismo
viven en un mundo físico y tratan con la misma “materia prima”, el mundo
perceptivo de éstas resulta ser notablemente al de aquellas sin autismo. Las
personas con autismo tienen experiencias sensoriales perceptivas inusuales.
Éstas pueden ocasionar hiper- o hipo-, sensibilidad, variación entre los
diferentes “volúmenes” de percepción, dificultad a la hora de interpretar un
sentido, etc. Sin embargo, pueden parecer ser interpretadas de otro modo. Vemos
el mundo de acuerdo a la manera en la que experimentamos y percibimos que es.
Una experiencia diferente facilita una provisión diferente de conocimiento relativa
al mundo. Por tanto, nos podemos preguntar ¿podemos estar seguros de que nos
movemos en el mismo mundo perceptivo, social, etc, siendo nuestras
reconstrucciones de éste tan diferentes? ¿estamos seguros de que vemos, oímos,
sentimos, etc, las mismas cosas? ¿cómo podemos saber que únicamente nuestra
“versión perceptiva” del mundo es la correcta y la de ellos, la errónea? Es
importante recordar que las personas con autismo no pueden dejar de ver u oír
aquello que se considera como erróneo y ni ellos mismos saben que aquello que
ven u oyen es erróneo. Las conexiones “normales” entre las cosas y los
acontecimientos no tienen sentido para ellos, aunque no por carecer de sentido
dejan de proporcionarles una sensación abrumadora, de confusión y miedo. Lo más
complicado es que parecen no existir los mismos patrones de experiencias
sensoriales perceptivas en dos personas con autismo. Se pueden distinguir
algunos rasgos de “percepción con autismo” siempre basándose en testimonios de
personas con autismo de alto funcionamiento y en una observación de los niños
con autismo. A continuación, trataremos algunos de los fenómenos perceptivos
más conocidos. Estas experiencias no son únicas. Todos podemos “sentirnos
extraños” de vez en cuando y sufrir experiencias similares en cualquier
momento, especialmente cuando nos sentimos cansados. Lo que si es único en
estas experiencias en el autismo en la
intensidad y continuidad de las mismas: estas experiencias son “normales” para
ellos.
3.2. LA
“PERCEPCIÓN LITERAL”
Valoro
la mayoría de las cosas a las que me enfrento, sin juzgarlas ni interpretarlas.
Las miro de una manera muy individual, concreta y literal. Las miro de una
manera muy individual, concreta y literal. Normalmente no las veo como un
conjunto o no las conecto, a menos que busque activamente dicha conexión. No
“dibujo” las conexiones, sino que las asigno conscientemente, basándome en el
razonaamiento y en su utilidad. Todas las asociaciones que hago están formadas
de una manera consciente y se pueden dividir o romper de la misma manera (Blackburn,
1999).
Las personas con autismo parecen
percibirlo todo tal y como es. Esto es la “PERCEPCIÓN LITERAL”. Por ejemplo,
pueden ver cosas sin tener que
interpretarlas o entenderlas (VISIÓN LITERAL). El profesor Zinder, que estudia
el fenómeno de las personas con autismo que poseen un talento extraordinario,
sugiere que las personas con autismo miran al mundo de la manera en que éste
realmente es.
Un buen ejemplo de nuestra
incapacidad para ver el mundo como es en realidad, sin la interferencia del
cerebro en este proceso, es la manera en la que interpretamos los denominados
objetos imposibles. Si miramos la parte superior de la figura, llegamos a la
interpretación de que se trata de una construcción con dos columnas. Sin
embargo, si cambiamos la perspectiva y miramos a la parte inferior, cambiaremos
de opinión y estableceremos la existencia de tres columnas. Puesto que sabemos
que esto es imposible (aunque nuestros ojos nos digan lo contrario), llegaremos
a la conclusión de que se trata de un objeto imposible.
3.3. INCAPACIDAD
PARA DISTINGUIR ENTRE INFORMACIÓN DE PRIMER PLANO Y DE FONDO (PERCEPCIÓN
GESTALT).
Era
como tener un cerebro sin ningún támiz (Williams, 1994).
Uno de los problemas que experimentan
muchas personas con autismo es su incapacidad para distinguir entre los
estímulos de primer plano y los de fondo (incapacidad para filtrar la
información de primer plano y la de fondo). A menudo son incapaces de
discriminar los estímulos relevantes e irrelevantes (las dos primeras etapas
del desarrollo perceptivo de Gibson). Lo que puede ser de fondo para otros
puede igualmente ser de primer plano para ellos, ya que ellos lo perciben todo
sin llevar a cabo ningún filtro o selección. A menudo es duro, para una persona
con autismo, integrar aquello que han experimentado en entidades separadas y
únicas, de manera que se pueda dividir la imagen completa en partes con
significado.
Delacato (1974) descubrió que
algunos niños con autismo (“hipervisuales” en su clasificación), no se dejan
engañar por las ilusiones ópticas y lo identificó como uno de los “ismos”
(conductas) visuales. Han aparecido teorías que intentan explicar el fenómeno
de la “inmunidad a las ilusiones ópticas” en el autismo, como son la teoría de
la “predicción probable” (Feigenberg, 1986) y la modificación de la “teoría de
la coherencia central débil” (Frith, 1989) a niveles bajos (Happe, 1996)
Feigenberg (1986) sugiere que
aquello que vemos, oímos, sentimos, etc es muchas veces aquello que esperamos
ver, oír, sentir, etc. El cerebro no necesita procesar todos los estímulos,
sino que simplemente “rellena los espacios en blanco” y “predice” la imagen
final. Esta es la razón por la cual somos propensos a las ilusiones. Esta
capacidad de “ver” antes de ver realmente no está limitada únicamente a la
visión. Esto mismo se puede observar en el caso de otros sentidos, por ejemplo,
podemos “oír” o “sentir” aquello que esperamos oír o sentir.
Happé (1996) interpreta la baja
sensibilidad a las ilusiones en las personas con autismo como una evidencia de
una coherencia central débil, como ilusiones visuales que requieren un
procesamiento de la información en el contexto. Si las personas con autismo
perciben todas las cosas en fragmentos y se centran en estos sin integrarlos
juntos. Sin embargo, un estudio (Gardner y Hamilton, 2001) ha cuestionado la
propuesta de la coherencia central débil universal en personas con autismo. Han
demostrado que algunas personas con autismo son capaces de experimentar ilusiones
visuales y hacer efectiva la coherencia central y, además, se demostró que
algunos de los participantes la experimentaban incluso antes que algunas
personas sin autismo. Los investigadores concluyeron que la idea de que la
coherencia central débil es la que domina toda la experiencia perceptiva de las
personas con autismo, es incorrecta.
Los resultados del estudio de
Ozonoff, también han puesto en duda esta teoría en el autismo. Revelan que en
relación con los otros dos grupos de control que participaban en el estudio,
uno con el síndrome de Tourette y otro con un desarrollo normal, el grupo con
autismo no demostró dificultades particulares a la hora de procesar los rasgos
globales de un estímulo ni manifestaron una superioridad en el procesamiento de
rasgos locales presuponen que las personas con autismo se centran
verdaderamente en los detalles más a un nivel conceptual que perceptivo. Esto,
es que no puede suponerles ningún problema procesar visualmente la imagen
completa, sino que la dificultad puede aparecer únicamente cuando los elementos
individuales son piezas de información con significado que deben combinarse
para dar otra forma a una idea general o conseguir un entendimiento a un nivel
conceptual de orden superior.
Esta incapacidad para filtrar la
información de figura y fondo puede justificar tanto la fuerza como la
debilidad de la percepción en el autismo. Por un lado, parece que perciben una
información más exacta y una gran cantidad de ella, y, por otro lado, toda esta
cantidad de información no seleccionada no puede procesarse simultáneamente y
puede conducir a una sobrecarga de información. Tal y como Donna Williams lo
describe, parece que no tienen un tamiz en su cerebro que seleccione la
información a la que deben prestar atención. Esto da como resultado un fenómeno
paradógico: la información sensorial se recibe llena de detalles y de una
manera holística al mismo tiempo. Se puede describir como la “percepción
gestalt”, esto es, la percepción de la escena completa como una entidad individual
llena de detalles percibidos, pero no procesados, simultáneamente. Deben ser
conscientes de la información que se pierde, pero el procesamiento de las
“situaciones holísticas” puede ser abrumador.
El fenómeno de las personas con
autismo que tienen un talento extraordinario puede contribuir en gran manera a
dar una explicación acerca de la “percepción del autismo”. Por ejemplo, Steven
Wiltshire, un artista con autismo, pinta cuadros de edificios arquitectónicos
con una memoria fotográfica que le ayuda a retener toda la escena. Otra
característica interesante de sus cuadros es que podía empezar a pintarlos a
partir de cualquier detalle (insignificante) y acabarlo con mucha facilidad.
¿Podría esto deberse a que para él todos estos detalles constituían una única
entidad? Si quieres dibujar un círculo, puedes empezar desde cualquier punto y
terminarlo. Para las personas como Steven, que perciben la “gestalt”, el punto
de inicio no tiene importancia alguna, al igual que para nosotros no tiene
importancia desde donde empezamos a dibujar un círculo.
Louis, un niño con autismo ( 9 años
en ese momento) realizó un dibujo de Humpty Dumpty en tan solo diez minutos
después de haber visto unos dibujos animados. Existen muchos dibujos de niños
con autismo que muestran esta misma técnica a la hora de realizar un dibujo,
aunque éstos no son de una gran espectacularidad. Pueden comenzar dibujando un
coche por la rueda, un hombre por un pie, etc. La percepción Gestalt puede
justificar dicha super-habilidad para ver simultáneamente dos imágenes en una
(por ejemplo, la conocida imagen del jarrón y de las dos caras). Otras
“ilusiones” (por ejemplo, los círculos de Titcher, etc) pueden justificar el
déficit de la “predicción probable” (Feigenberg, 1986).
La percepción Gestalt puede resultar
abrumadora y conducir a todo tipo de distorsiones durante el procesamiento de
la información, tales como percepción fragmentada, hipersensibilidad, variación
entre la hiper- e hipo-sensibilidad, procesamiento retardado, etc.
A las personas con autismo no les
gustan los cambios y sí las rutinas o hábitos. Si un detalle, por mínimo que
sea, se cambia (por ejemplo, un cuadro de la pared no está derecho o alguna
pieza del mobiliario se ha movido escasos centímetros), la escena completa (gestalt)
es diferente, es decir, no les resulta familiar. Para que ellos puedan
reconocer las cosas, éstas deben estar exactamente igual a como las vieron la
última vez. Sólo de esta manera sabrán qué hacer con ellas (Williams, 1996). Lo
mismo sucede con las rutinas: si algo marcha de diferente manera, sabrán qué
hacer. La “gestalt” de la situación es diferente. Todo esto acarrea sufrir
sensaciones de miedo, estrés y frustración. Las personas con autismo tienen más
problemas con los cambios pequeños que con los grandes. Por ejemplo, pueden
hacer frente a la situación de ir a algún sitio que no les sea familiar mucho
mejor que enfrentarse a algún cambio en el mobiliario de su habitación. Su
encuentro con información nueva es una nueva gestalt, la cual se almacenará mientras
que cualquier cambio en la “gestalt familiar” acarrea un estado de confusión:
por un lado, se convierte en una nueva imagen completa y, por otro lado, se
están enfrentando a un entorno que no les
resulta familiar en una situación que si les resulta familiar. Las
personas con autismo pueden experimentar la percepción “gestalt” en cualquier
modalidad sensorial. Una persona que experimenta la “gestalt” visual tiene grandes
dificultades a la hora de centrarse en detalle en particular de una escena y le
es prácticamente imposible separar dicho detalle de la imagen completa. Las
personas con la percepción “gestalt”auditiva, tienen dificultades para
concentrarse en un único estímulo auditivo. Por ejemplo, la voz de una persona
está combinada junto con todos los ruidos que hay en el entorno: las puertas
abriéndose, alguien tosiendo, los coches
circulando, etc. Sus oídos recogen todos los sonidos con el mismo nivel
de intensidad. Si intentan filtrar el ruido de fondo (separarlo a la voz a la
que quieren prestar atención), también filtran la voz que están intentando
escuchar. Este mismo problema se produce cuando hay varias personas hablando al
mismo tiempo: les resulta difícil prestar atención a una única voz y filtrar el
resto (Grandin, 1996). Se sienten a menudo ahogados en un “mar de ruidos de
fondo” y no son capaces de aislar las palabras de la persona con la que están
hablando de aquellas que también lo hacen de la misma habitación, o en aquella
que está cerca de ésta, en el exterior, etc. En aquellos estímulos que se
encuentran a su alrededor, venga de la persona que venga, y sea el ruido o
sonido que sea.
QUÉ SÍNTOMAS BUSCAR:
1) No se deja engañar por ilusiones ópticas.
2) Advierte cualquier cambio diminuto en el entorno.
3) No reconoce un entorno familiar si se acerca desde
una percepción diferente.
4) Se frustra con facilidad a la hora de intentar hacer
o realizar algo en una habitación ruidosa o con mucha gente dentro.
5) Parece no entender las instrucciones si se las da
más de una persona.
6) Es incapaz de distinguir entre estímulos táctiles de
diferente intensidad (por ejemplo, un contacto ligero y otro fuerte).
7) Es incapaz de distinguir entre estímulos táctiles de
diferente intensidad (por ejemplo: un contacto ligero y otro fuerte)
8) Torpe; se mueve con dificultad.
9) Opone resistencia a cambiar la posición o movimiento
de la cabeza.
Alex
se daba cuenta de cualquier cambio que se produjera en el entorno; por díminuto
que éste fuera (“la goma está debajo de la mesa”, “el cuadro ya está torcido”, etc).
Debía tener cuidado con todos estos cambios, ya que el chico no haría nada a
menos que “pusiera todo en su lugar correcto”, es decir, colocarlo todo tal y
como se encontraba antes.
Brad Rand, una persona con autismo
de alto funcionamiento proporciona algunos ejemplos que ilustran este fenómeno:
Parece
que aprendes cosas en general, como, por ejemplo, que hay camisas colgadas en
un armario. A partir de ahí, puedes procesar pequeños cambios sobre estas cosas
de una manera rápida y fácil, como puede ser el hecho de que las camisas siguen
aún colgadas sin importar el orden en qué estén, o si alguna se ha descolgado
un poco, o si los pantalones se han mezclado con las camisas.
Sin
embargo, algunas personas que son diferentes aprenden cosas específicas. Por ejemplo,
cuando hay camisas colgadas en un armario, aprenden el orden exacto en que
están colgadas. Cualquier cosa diferente que vean a la vez siguiente no será lo
que ellos han aprendido. En cierta manera, esto puede ser como cuando los niños
aprenden a leer, que memorizan las formas de las letras, en vez de los sonidos
fónicos. Pueden leer “tapa”, porque han aprendido que la “t” con la “a”, con la
“p” y con la “a” se lee “tapa”, sin embargo, no pueden leer “capa”, ya que la
“c” hace que cambie todo.
Cuando llega mucha cantidad de
información, es difícil saber a qué estímulos prestar atención. Dado que el
almacenamiento de conocimiento que acumulan las personas con autismo es
diferente, resulta lógico que su capacidad de atención sea también diferente.
Es aquí donde nos planteamos la siguiente cuestión: ¿Contradice la explicación
de la “percepción gestalt” la “teoría de la coherencia central débil” en el
autismo? La respuesta es que no la contradice. Así, esta teoría empieza a
funcionar en una fase siguiente a la del proceso de percepción, cuando la
percepción “gestalt” conduce inevitablemente a las distorsiones y a la
fragmentación, con el fin de limitar la cantidad de información que se procesa.
Las diferentes fases (y estilos) de
la percepción pueden proporcionar una explicación a los descubrimientos que
diversas investigaciones están realizando acerca de la coherencia central débil
y de procesamiento global en el autismo. Por un lado, una de las áreas más
fuertes que ejecutan mejor las personas con autismo, que aquellas que no lo
tienen, son los tests de las Figuras Enmascaradas (Jollife y
Baron-Cohen, 1997, Shah y Frith, 1993) y los resultados se han interpretado
como una frustración de la coherencia central débil en el autismo. Por otro
lado, una investigación ha cuestionado esta idea y muestra que las personas con
autismo pueden ver ilusiones ópticas, es decir, que tienen la capacidad de
formar un conjunto sólido. Los autores interpretan estos descubrimientos como
la confirmación de la idea de Happé (1999) acerca de que la coherencia es un
continuo y representa un estilo cognitivo. Sea un estilo cognitivo o
perceptivo, no podemos hablar de un continuo aquí, ya que una misma persona parece
ser capaz de manifestar ambos estilos en diferentes momentos. De este modo, el
exceso de información sensorial que no se puede filtrar y/o procesar
simultáneamente puede originar distorsiones en la percepción.
La percepción gestalt puede motivar la
aparición de diferentes experiencias sensoriales y estrategias compensatorias
(voluntarias e involuntarias) que adquiere la persona con el fin de hacer
frente a la sobrecarga de información sensorial. Las experiencias sensoriales
más comunes en el autismo son:
1)
Hipersensibilidad y/o hiposensibilidad.
2)
Alteración y/o fascinación debido a ciertos estímulos.
3)
Inconsistencia de la percepción (variación entre la
hiper- e hipo- sensibilidad).
4)
Percepción fragmentada.
5)
Agnosia sensorial.
6)
Percepción retardada.
7)
Sobrecarga sensorial.
3.3.1)
Hipersensibilidad y/o hiposensibilidad.
En su libro El extraño por excelencia: el niño con autismo Carl Delacato (1974)
clasifica cada canal sensorial de la siguiente manera:
Hiper-: el canal se encuentra
demasiado abierto, por lo que entra en el cerebro demasiada estimulación.
Hipo-: el canal no se encuentra lo
suficientemente abierto, por lo que entra poca estimulación y el cerebro se ve
privado de ella.
“Ruido blanco”: el canal crea un
estímulo propio debido a su funcionamiento defectuoso, por consiguiente el
mensaje que llega desde el exterior se ve dominado por ese ruido interno del
sistema.
Delacato afirmó que cada canal
sensorial podría estar afectada de una manera diferente. Por ejemplo, un niño
podría presentar un cuadro de hiposensibilidad visual, “ruido blanco” auditivo,
hiposensibilidad a los sabores e hipersensibilidad táctil.
A veces se da el caso de que una
misma persona puede recibir entradas de información sensorial a través de un
mismo canal experimentando en diferentes momentos las tres categorías de
Delacato hiper- , hipo- y de “ruido blanco”, dado que la intensidad (el
volumen) con que trabaja dicho canal a menudo fluctúa.
Por ejemplo, un chico con autismo
puede ver “puntos chiribitas” (pequeñas partículas en el aire) o mostrar
malestar hacía luces brillantes (características que define Delacato cuando se
define hipersensibilidad visual) pero igualmente inspecciona con frecuencia
objetos que tiene a mano, le gustan los espejos (hiposensibilidad visual) y
tiene las pupilas dilatadas, mira a menudo a través de las personas y de
objetos, le desagrada el contacto visual y tiene una experiencia visual
distorsionada. (“ruido blanco”). Las personas con autismo prefieren el uso del
término “hipersensibilidad” cuando se trata de sus experiencias sensoriales
inusuales. En este libro el término “hipersensibilidad” viene a ser una
sensibilidad aguda, por debajo del nivel habitual. Aquí los términos se han
restringido, dado que parece más justificable el distinguir entre diferentes
experiencias, las cuales están a menudo definidas bajo un mismo término. A continuación
se muestran varios ejemplos de hiper- e hiposensibilidad de todos los canales
que han experimentado personas con autismo.
HIPERSENSIBILIDAD
|
HIPOSENSIBILIDAD.
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HIPERSENSIBILIDAD VISUAL (ver lo invisible). Esto
quiere decir que pueden ver más que otras personas, es decir, que su visión
es muy aguda. Por ejemplo, Alex, un
niño con autismo, a menudo se queja de que las “motas” (partículas que están
al aire) están volando”. Su visión es tan hipersensible que dichas “motas” se
mezclan a menudo con todo aquello que está viendo. Annabel Stheli (1991),
relata que su hija Georgiana veía “demasiado bien” y exageraba todo aquello
que veía, “parecía tener vista de lince”. Por ejemplo, cada pelo que veía era
“como un espagueti…y por eso, le fascinaba tanto el pelo de la gente”.
Jasmine O’Neill (1999) describe a una persona con autismo como alguien que ve
todo aquello que se encuentra a su alrededor con una visión extremadamente
aguda.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Mira constantemente a partículas diminutas. Recoge
motas pequeñas de polvo.
-
No le gustan la oscuridad ni las luces brillantes.
-
Le asustan los destellos súbitos de luz.
-
Mira hacía abajo la mayoría del tiempo.
-
Cierra los ojos o se los tapa cuando hay luces
brillantes.
HIPERSENSIBILIDAD AUDITIVA (oír lo inaudible). Temple
Grandin (1996) describe su audición como si tuviera un amplificador de sonido
con el volumen al máximo y compara sus oídos con un micrófono que recoge y
amplifica los sonidos. Pueden ser capaces de oír algunas frecuencias que
normalmente sólo pueden escuchar los animales (Williams, 1992). Alex, un
chico con autismo, parece escuchar los ruidos antes que otras personas. Puede
decir que su padre está llegndo a casa incluso antes de que otra persona
pueda oír el ruido del coche entrando en el porche (soportal). Alex
normalmente se aparta de las
conversaciones y evita los lugares donde hay mucha gente. Los niños que
padecen hiperaudición se tapan a menudo los oídos cuando un ruido les produce
dolor, aunque haya otras personas en la misma habitación que ni se estén
dando cuenta de la existencia de ese ruido.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
- Se tapa los oídos.
- Tiene el sueño muy lígero.
- Le asustan los animales.
- No le gustan las tormentas, el mar, las
muchedumbres, etc.
- No le gusta que le corten el pelo.
- Elude los sonidos y los ruidos.
- Realiza ruidos repetitivos para evitar oír otros
sonidos.
- No le gusta ir al dentista.
- En ocasiones puede manifestar miedo a los sonidos.
- A veces no le gustan los sonidos agudos ni los
graves.
|
A veces, cuando no consiguen suficiente información,
sus cerebros pueden sentirse vacíos y detener el proceso, por lo que no ven
ni escuchan nada. Simplemente están. Entonces, pueden conseguir que la
información empiece a llegar de nuevo a sus cerebros y sistema nervioso al
agitar sus manos, balancearse, emitir sonidos extraños o golpear sus cabezas
contra las manos (Rand).
HIPOSENSIBILIDAD VISUAL: Algunas personas con autismo
pueden tener problemas para descifrar donde se encuentran los objetos, ya que
sólo ven sus contornos. Incluso las luces brillantes no son lo
suficientemente brillantes para ellos. Pueden mirar fijamente al sol durante
mucho tiempo, caminar alrededor de algo, pasar las manos por los bordes de un
objeto para entender lo que se trata (Rand). SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Le atrae la luz.
-
Mira intensamente a los objetos o personas.
-
Mueve los dedos u objetos enfrente de sus ojos.
-
Le fascinan los reflejos, los objetos de colores
brillantes.
-
Pasa la mano alrededor de cada objeto. Abraza su
entorno físico.
HIPOSENSIBILIDAD AUDITIVA: a menudo nos encontramos
con niños que buscan sonidos (apoyando el oído en cualquier aparato eléctrico
o disfrutando del ruido del gentio, las sirenas, etc). Con frecuencia también
crean sus propios sonidos para estimular su audición (cerrando de golpe las
puertas, dando golpecitos a las cosas o vocalizando).
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Golpea los objetos, cierra las puertas de golpe.
-
Le gustan las vibraciones.
-
Le gusta la cocina, el baño.
-
Le gustan las muchedumbres, el tráfico, etc.
-
Rasga el papel, lo arruga en la mano.
-
Le atraen los sonidos, los ruidos.
-
Realiza ruidos rítmicos a gran volumen.
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HIPERSENSIBILIDAD GUSTATIVA/OLFATIVA: algunas
personas con autismo tienen un olfato comparable al de los perros.(Morris,
1999). Para ellos “la mayoría de las comidas tienen un olor demasiado fuerte”
y no “pueden tolerar” el olor de las personas, por muy aseados que estén. No
les gustan algunas comidas porque tanto “el olor como el sabor” les resultan
intolerables. La hipersensibilidad, a determinados estímulos que sufren las
personas con autismo se puede comparar con las alergías (O’Neill, 1999).
Donna Williams tiene una reacción alérgica a algunos perfumes, que hace que
sienta como si su nariz se tapiase con arcilla, llegándole incluso hasta las
cejas. Con algunos perfumes tiene incluso la sensación de que le “queman los
pulmones”(Williams, 1996). No siempre la intolerancia que sienten hacía la
comida tiene que ver con el sabor u olor de ellas, también les puede resultar
intolerables la textura, color o sonidos que produce. Por ejemplo, Alex nunca
comería ninguna fruta o verdura de color rojo. Se podría comer una manzana
verde, pero nunca una roja.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Problemas de aseo.
-
Evita los olores.
-
Lleva puesta siempre la misma ropa.
-
Se aparta de la gente.
-
Come poco.
-
Usa la punta de la lengua para probar la comida.
-
Vomita con facilidad.
-
Reclama y ansía ciertos tipos de comida.
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HIPOSENSIBILIDAD GUSTATIVA/OLFATIVA: Los niños que
tienen hipo-sensibilidad gustativa/olfativa, mastican y huelen todo aquello
que les llega a las manos (hierba, plastilina, perfume, etc).
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Se huele a sí mismo, a las personas y objetos.
-
Se embadurna (juega con) los excrementos.
-
Le gustan los olores fuertes.
-
Enuresis (emisión involuntaria de la orina).
-
Come cualquier cosa.
-
Lame objetos y se los mete en la boca.
-
Come comida con sabores mezclados (p. ej. agridulce).
-
Regurgita.
-
Come cualquier cosa.
-
Lame objetos y se los mete en la boca.
|
HIPERSENSIBILIDAD TÁCTIL: algunos niños con autismo
se retiran cuando alguien intenta abrazarlos porque sienten miedo cuando se
les toca. Muchos niños rehúsan ponerse ciertas ropas, debido a que no pueden
tolerar la textura de éstas sobre su piel. Esta hipersensibilidad puede
producirles sensaciones que incluso el tacto más ligero puede originarles un
ataque de pánico. Un ligero arañazo, que la mayoría de las personas ni
advierten puede producirles un gran dolor a ellos. Los padres cuentan a
menudo que lavarles el pelo o cortarles las uñas a su hijo se puede convertir
en un auténtico sufrimiento, por lo que tienen que acudir a otras personas
para que lo hagan. Luke Jackson (2002), un adolescente con el síndrome de
Asperger, relata como su hermano Ben, que padece autismo, tiene auténticos
problemas con la ropa. Se pone la ropa para ir al colegio, pero tan pronto
llega a casa se la quita inmediatamente, porque ¡le duele!. Algunas personas
no dejan de sentir el contacto de sus ropas sobre la piel hasta pasados
varios días, y desafortunadamente, cuando dejan de percibir esa sensación (o
“no sensación”), ya hay que cambiarse y ponerse ropa limpia, por lo que el
proceso de habituarse a la misma comienza de nuevo. Gillingham (1991) explica
que esta “habilidad especial” que poseen las personas con autismo consiste en
que los sentidos están tan afinados que hacen que ellos sientan cosas que una
persona “normal” ni siquiera advertiría, pero con frecuencia esto causa un
dolor extremo. Este investigador
baraja la hipótesis de que al bloquear este dolor, el cuerpo, produce una
serie de endomorfinas que, a su vez, pueden suprimir la información sensorial
complementaria.
Temple Grandin (2000) indica que la falta de empatía
en el autismo puede deberse a un sistema nervioso hipersensible que impide
que un niño con autismo pueda sentir una estimulación táctil reconfortante
cuando se le abraza.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
No quiere que le toquen.
-
No tolera la ropa nueva; no quiere llevar zapatos
puestos.
-
Reacciona exageradamente ante el calor, el frío, el
dolor.
-
No le gusta estar sucio, o el desorden.
-
No le gusta la comida que tiene una textura
determinada.
-
Evita a la gente.
|
HIPOSENSIBILIDAD TÁCTIL: aquellos que padecen ésta
parecen no sentir dolor ni apreciar los cambios de temperatura. Incluso no se
dan cuenta de que tienen una herida si se pinchan con un objeto punzante o de
que tienen un hueso roto.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Le gustan las ropas apretadas, la presión.
-
Busca la sensación de presión a base de arrastrarse
debajo de objetos pesados.
-
Abraza con fuerza.
-
Le gustan los juegos brutos y dar volteretas.
-
Es propenso a autolesionarse.
-
Escasa reacción al dolor y a la temperatura.
|
HIPERSENSIBILIDAD VESTIBULAR: se refleja una baja
tolerancia a cualquier actividad que implique un movimiento o cambio rápido
en la posición del cuerpo. Las personas que la padecen tienen grandes
dificultades a la hora de cambiar de dirección y no son buenos en los
deportes. Se sienten desorientados después de girar, saltar, o correr. A
menudo sienten miedo o ansiedad al ver que sus pies no tocan el suelo. Ayres
(1979) los denominó como “inseguros gravitacionalmente”.
SÍNTOMAS A BUSCAR.
-
Tiene reacciones de miedo ante actividades ordinarias
que impliquen cualquier tipo de movimiento (p.ej. jugar en un columpio,
tobogán, tiovivo, etc).
-
Dificultad a la hora de caminar o gatear en superficies desiguales o inestables.
-
No le gusta tener la cabeza hacia abajo.
-
Se pone ansioso o angustiado cuando sus pies no tocan
el suelo.
|
HIPOSENSIBILIDAD VESTIBULAR: disfrutan realizando y
buscando todo tipo de movimientos. Pueden girar y balancearse durante bastante
tiempo sin sentir vertigos o náuseas. Las personas con autismo que tienen
hiposensibilidad vestibular a menudo se balancean sin cesar o se mueven en
círculos al mismo tiempo que balancean el cuerpo.
SÍNTOMAS A BUSCAR.
-
Se divierte en los toboganes, tiovivos, etc.
-
Gira, corre dando vueltas continuamente.
-
Se balancea continuamente hacía delante y atrás.
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HIPERSENSIBILIDAD PROPIOCEPTIVA: se refleja en la
postura extraña del cuerpo, en la dificultad para manipular objetos pequeños,
etc.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Coloca el cuerpo en posiciones extrañas.
-
Dificultad para manejar objetos pequeños (p. ej
botones).
-
Gira constantemente el cuerpo para mirar algo.
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HIPOSENSIBILIDAD PROPIOCEPTIVA: tienen grandes
dificultades para saber en qué lugar del espacio se encuentran sus cuerpos. A
menudo tampoco tienen conciencia de las sensaciones de sus propios cuerpos
(por ejemplo, no sienten hambre). Los niños con sistemas propioceptivos
hiposensibles parecen estar cansados y se apoyan contra la gente, muebles o
paredes.
SÍNTOMAS A BUSCAR:
-
Tiene un bajo tono muscular.
-
Agarra los objetos débilmente; deja caer al suelo las
cosas.
-
No es consciente de la posición de su cuerpo en el
espacio.
-
No es consciente de las sensaciones de su propio
cuerpo (p. ej no siente hambre, etc).
-
Choca contra los objetos o las personas.
-
Parece cansado. Se apoya contra las personas,
paredes, muebles.
-
Se tropieza con frecuencia. Tiene tendencia a caerse.
-
Se balancea continuamente hacia delante y atrás.
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Delacato (1974) fue uno de los
primeros investigadores que sugirió que tanto la hiper- como la
hiposensibilidad que padecían los niños con autismo eran la causa de todas las
conductas propias del autismo, es decir, el retraimiento de la interacción
social y comunicación, conductas estereotipadas (estimulaciones externas o
estimulaciones a sí mismos). Denominó a estas conductas como “sensorismos”
(ismos visuales, auditivos, etc). Las consideró como un intento del niño para
tratarse a sí mismo, normalizar sus canales sensoriales o comunicar sus problemas.
Las personas con autismo describen a menudo sus estimulaciones como mecanismos
defensivos derivados de la hiper-o hiposensibilidad. A veces, llevan a cabo
este tipo de conductas para suprimir el dolor que siente o para calmarse (en el
caso de la hipersensibilidad); en otras ocasiones, por estimular el sistema
nervioso y obtener la estimulación sensorial que llega desde el exterior (en el
caso de la hiposensibilidad); y en otras ocasiones para proporcionarse a sí
mismos placer interior. Estas conductas de autoestimulación (“sensorismos”)
normalmente son definidos por las personas que no tienen autismo como “conductas
extrañas” (tales como balancearse, girar, agitar las manos, golpear los dedos,
etc). Pero por consiguiente, muy a menudo podrían considerarse igualmente como
las estrategias involuntarias que ha adquirido el niño para hacer frente a esa
“desagradable estimulación” (hipersensibilidad) o a la falta de ella
(hiposensibilidad). Esta es la razón por la cual, por mucho que estas conductas
nos puedan parecer irritantes y carentes de significado, resulta inapropiado
detenerlos sin conocer qué función desempeñan y ver de qué manera se pueden
introducir otras experiencias que impliquen esta misma función. Los
estereotipos originados a causa de la hiper- o hiposensibilidad pueden afectar
a uno o todos los sentidos. Si logramos interpretar dichas conductas, entonces
seremos capaces de imaginar (o incluso comprenderlo en totalidad) de qué manera
percibe el niño el mundo y le podremos ayudar a desarrollar las estrategias
necesarias para hacer frente a estas sensibilidades a menudo dolorosas.
Para reconocer la presencia de la
hiper- o hipo- sensibilidades debemos conocer qué tipo de señales debemos
buscar. Anteriormente he descrito en el cuadro las señales más comunes que
indican las sensibilidades de cada canal sensorial. Éstas pueden ser de gran
ayuda a la hora de recopilar el perfil sensorial perceptivo y elegir los
métodos y entornos adecuados para ellos.
En mi clase hay cuatro niños que
padecen hiper- o hiposensibilidad.
La
visión de Alex es muy aguda (hiper): es capaz de ver las partículas más
diminutas que flotan en el aire, los trozos de pelusa más ínfimos que hay en la
alfombra. Esto hace que su atención se distraiga de aquello que se supone que
debe hacer. Odia las luces brillantes y la luz fluorescente le da dolor de
cabeza. Las cosas se complican aún más ya que su audición también es muy aguda.
Puede oír lo que sucede en la habitación de al lado y siempre me mantiene
informado de ello. Por ejemplo, me dice cuando se está moviendo una silla,
cuando se ha caído una goma, cuando está a punto de llegar el autobús, etc.
La
visión de Helen es hiposensible: se siente atraída por cualquier objeto
brillante, mira intensamente a las personas (lo cual irrita a Alex, que no
tolera que nadie lo mire directamente), le fascinan los espejos. Durante las
clases puede estar moviendo los dedos frente a su cara durante horas. Parece
que no consigue la estimulación visual suficiente y tan pronto entra en el aula
siempre enciende la luz. (Después de hacer esto, siempre termina peleándose con
Alex, que tiene una rabieta cada vez que la luz está encendida). La audición de
Helen también es hiposensible, no puede tolerar el silencio, y si el ambiente
no es lo suficientemente ruidoso, ella
misma se encarga de producir sonidos: cerrando de golpe las puertas, dándole golpes a los objetos,
gritando, etc.
John
(hiposensibilidad auditiva) siempre se une a Helen para formar ruido. No
obstante, la hipersensibilidad que sufre a los olores le impide acercarse
demasiado a la gente y hace que le sea totalmente imposible llevar a cabo
cualquier tarea en la cocina.
Vicky
es hipersensible a los sonidos, tacto y olores. Si alguien la toca,
inmediatamente huele en el lugar donde la han tocado. A menudo también se quita
la chaqueta o el traje que lleva puesto y se niega a ponérselo de nuevo a menos
que no se haya lavado antes.
Asimismo, la hipersensibilidad
también puede conducir a dos tipos diferentes de experiencias: la perturbación
que causan ciertos estímulos sensoriales y todo lo contrario, la fascinación
que causan otros. Estos tipos de experiencias son de carácter individual. La
perturbación o fascinación que sienten a causa de estímulos determinados varían
dependiendo de la persona. Una imagen, sonido u olor puede originarle dolor a
un niño y, sin embargo, puede resultarle placentero a otro.
Todos los sentidos pueden verse
afectados. Para algunas personas puede ser casi imposible aguantar algunos
ruidos o luces brillantes. En otros casos, ciertos ruidos (voces de niños,
bocinas de coches, el pitido de un hervidor de agua, etc) pueden proporcionar
bastante malestar. Existe el caso de una mujer con el Síndrome de Asperger que no tolera en absoluto el sonido de
alguien silbando. Ella lo describe como un “maltrato físico”, ya que dicho
sonido hace que su cuerpo se ponga a temblar e incluso le produce dolor.
Además, también pueden causarles dolor cualquier sonido imprevisible que surja
repentinamente. Este miedo determinados
ruidos, como a veces llegan incluso a causarles dolor en sus oídos, es a menudo
la causa de muchas conductas desafiantes y rabietas. Por ejemplo, algunos niños
con autismo pueden incluso llegar a romper el teléfono por miedo a que éste
suene (Grandin, 1996).
Consideremos el siguiente ejemplo
facilitado por Marc Fleischer, una persona con Síndrome de Asperger, e
intentemos imaginar el “mundo perceptivo” de este estudiante en el momento de
“peligro”. Las posibles conductas desafiantes de la persona parece que llegan
“como llovidos del cielo” y los principios Antecedente-Conducta-Consecuencia
del Análisis Experimental de la conducta no son de ayuda en este caso, al tener
que tratar con un “antecedente probable futuro” como desencadenante de la
conducta en este caso.
Estás
en una habitación con una persona con autismo intentando darle una clase de
matemáticas. Encima de la mesa, entre otros objetos, hay una regla de madera.
En un momento en particular, rozas sin querer tu brazo con la regla haciendo
que ésta se quede balanceándose en el borde de la mesa, con parte de ella casi
en el aire, sin apoyo alguno. Dado que casi el aire apenas se mueve, lo más
seguro es que la regla no se caerá al suelo, pero si se la empuja un poco más,
caerá con toda seguridad, produciendo un ruido estrepitoso al golpearse contra
el suelo…probablemente quizás ni te hayas dado cuenta que has movido la regla.
Muchas personas con autismo son muy sensibles al ruido. De repente, todo su
mundo se está centrando única y exclusivamente en esa regla, de manera que parece
que el resto de los objetos que hay en la habitación han desaparecido. Si se
cae al suelo, se producirá un ruido estrepitoso.
A veces a algunas personas con
autismo les resulta imposible incluso tocar algunos objetos. Donna Williams
denomina a uno de sus problemas con la textura “lana sobre lana”, es decir, la
fricción del pelo contra el pelo o de la
ropa contra la ropa. Esto quiere decir que le resulta difícil soportar
que el pelo de alguien la toque a ella o que sus ropas se froten contra las de
ella. También le es difícil meterse por la cabeza un jersey o caminar por
encima de algunas alfombras con algunos tipos de calcetines (Williams, 1996).
Las sensibilidades visuales son
aquellas que se producen ante las luces brillantes, fluorescentes, colores y
ciertos estampados (especialmente las rayas). La sensibilidad a la luz en el
autismo coincide con los síntomas del Síndrome de Sensibilidad Escotópica o
Síndrome de Hirlen, que identificó Helen Irlen (1991). Muchas personas con
autismo han confirmado que las luces brillantes y la luz solar les producen
malestar y, a veces, les causan distorsiones. Por ejemplo, cuando era niña, a
Nonny (1993) le resultaba difícil caminar por la calle en un día soleado. Los
ojos se le cerraban y tenía que meterse en algún sitio oscuro para poder ver o
taparse los ojos. El resplandor de las aceras o de los escaparates le molestaba
mucho. Algunas personas cuentan que en días muy luminosos la vista se les pone
incluso borrosa (White y White, 1987).
Alex, un chico con autismo, no puede
tolerar los contrastes. Le resulta imposible caminar por una calle mientras hay
coches pasando con las luces encendidas, incluso llevando puestas sus gafas
(muy oscuras) con lentes tintadas.
Parece ser que muchas personas con
autismo no pueden tolerar las luces fluorescentes, ya que pueden llegar a ver
hasta 60 destellos por segundo. Los problemas con los destellos pueden ir desde
una vista excesivamente cansada hasta ver una habitación parpadeando sin cesar
(Grandin, 1996). Algunas personas afirman sentirse soñolientos cuando hay una
luz fluorescente encendida.
Otro problema visual que padecen
algunas personas con autismo es la sensibilidad a los colores o a los
contrastes de color, por ejemplo, a Liane Willei, una mujer con el Síndrome de
Asperger, le resulta difícil mirar los colores pastel porque la hacen sentirse
asquerosa, mareada y en mal estado…es como si la ahogaran (Willey, 1999).
Algunas personas con autismo no
toleran el sabor, olor, textura, aspecto (por ejemplo, algunos colores) de algunas
comidas, e incluso, a veces, les molesta el sonido que se produce al
masticarlas.
QUÉ SÍNTOMAS BUSCAR:
1)
Ojos bizcos o cerrados cuando hay alguna luz brillante.
2)
Se cansan o frustran con facilidad cuando hay alguna
luz fluorescente.
3)
Se frustran con algunos determinados colores.
4)
Se frustran con algunos sonidos.
5)
Intentar destruir/romper objetos que producen sonidos
(reloj, teléfono, juguetes. Etc)
6)
No toleran determinadas texturas.
7)
No toleran determinados olores/sabores.
8)
No toleran determinados movimientos/posturas del
cuerpo.
9)
Tienen miedo a caerse o a las alturas.
La fascinación que causan
determinados estímulos es todo lo contrario a la perturbación que producen
otros, causados también por la hipersensibilidad. Estos dos rasgos vienen a ser
como las dos caras de una misma moneda. La única diferencia es que, mientras
que la perturbación produce dolor, la fascinación origina la aparición de
experiencias placenteras y les proporciona a las personas con autismo un estado
de calma y paz (aún a costa de su retraimiento).
A veces las personas con autismo,
cuando ya han dejado de luchar contra un mundo incomprensible, se liberan a sí
mismos de la sobrecarga yendo a un nivel de hipersensibilidad seguro, hipnótico
y entretenido; observando el reflejo de cada elemento que produce luz y color; localizando
cualquier dibujo, forma o sonido que produzca un objeto al golpearse contra la
pared (Williams, 1994). Donna Williams lo califica como el lado bonito del
autismo, el santuario de la prisión. Las personas con autismo pueden sentirse
fascinadas por diferentes estímulos sensoriales, como pueden ser el olor de las
velas derretidas, el arroz cocinándose,
la sensación del tacto del terciopelo y mármol, el tacto de la madera
lisa y satinada, el sonido de los pies descalzos sobre las baldosas del suelo,
la vista de las nubes en lo alto, el tacto de la nariz de un caballo, el sabor
calcáreo de las conchas marinas (O’Neill, 1999).
El origen o fuentes de las
diferentes fascinaciones son de carácter muy individual. Por ejemplo, los elementos
visuales que atraían a Liane Willey (1999) eran las líneas rectas, la símetria,
el equilibrio, las alineaciones perfectas, los cuadrados y los triángulos. Por
su parte, Wendy Lawson encontraba fascinantes determinados colores. Sus colores
favoritos son: el verde esmeralda, el royal blue, el morado y el turquesa. Una
imagen típica de una persona con autismo es la de estar sentado mirando
fijamente a través del cristal, dando vueltas con la cabeza sin parar, buscando
los arco iris que se forman en él a causa de luz que entra (Oliver en Williams,
1994).
Un único y mismo estímulo puede
originar perturbación y fascinación a diferentes niños.
QUÉ SÍNTOMAS BUSCAR:
1)
Le fascinan los objetos de colores y brillantes.
2)
Le fascinan determinados sonidos.
3)
Le fascinan determinadas texturas.
4)
Le fascinan determinados olores/sabores.
5)
Se dedica a menudo a realizar complejos movimientos
ritualistas corporales, especialmente cuando se encuentra aburrido o frustrado.
6)
Gira, salta, se balancea, etc especialmente cuando se
encuentra aburrido o frustrado.
Vicky odia el sonido del agua
corriendo, mientras que a John le fascina. A Alex le molestan las luces
brillantes, mientras que Helen disfruta mirándolas.
3.3.2.
Inconsistencia de la percepción (fluctuación)
Una de las características de las
personas con autismo es su percepción incoherente de los estímulos sensoriales.
Se pueden distinguir dos tipos: la fluctuación entre hipersensibilidad; y entre
la hiposensibilidad y la normal (“dentro” y “fuera”).
La fluctuación entre la hipersensibilidad y la hiposensibilidad es
bastante común. Un niño que puede parecer no oír en un momento determinado,
puede en otro momento reaccionar a un sonido cotidiano como si éste le
estuviera ocasionando un dolor muy agudo. Los estímulos visuales, que en
ocasiones pueden parecer brillantes, pueden ser en otras ocasiones muy tenues y
oscuros. Así mismo, las reacciones al dolor pueden variar e ir de una
insensibilidad total a una aparente “sobrerreacción” por sufrir simplemente un
ligero golpe (Jordan and Powell, 1990). Incluso a veces una persona puede
rechazar sin razón alguna comida en particular que hasta ese momento, había
sido una de sus favoritas (Legge, 2002).
Ornitz y Ritvo (1968) afirman que al
autismo se caracteriza por la fluctuación existente entre estados de una
activación del sistema excesiva o insuficiente, que se produce por un fallo a
la hora de modular adecuadamente la entrada de información sensorial y por una
experiencia perceptiva inestable. Los autores defienden que la sensibilidad de
la persona a los estímulos fluctúa y depende de si la otra persona se encuentra
en un estado de exceso o falta de activación. Ornitz (1989) expone que la
perturbación de la modulación sensorial incluye a todas las modalidades
sensoriales y la estimulación propia, tanto mediante un exceso de reactividad
como a través de una carencia de la misma. Además indica que los niveles
óptimos de estimulación varían en cada persona con autismo, dependiendo del
nivel del desarrollo, el grado de lo cual incluye también la intensidad o
gravedad del trastorno del autismo que se padece. Este modelo presupone que los
síntomas principales los constituyen las perturbaciones de la modulación
sensorial y que las alteraciones o impedimentos de la interacción social, de
comunicación, de lenguaje y las conductas extrañas simplemente son una
consecuencia de una desmodulación de la entrada sensorial.
Algunas personas con autismo
describen en sus informes personales sus experiencias relativas a una
percepción “poco fiable”. Por ejemplo: A
veces, cuando otros niños me hablaban, yo apenas oía. Otras veces sus voces
sonaban como balas. (White y White, 1987). A veces el volumen de las cosas es demasiado alto…Parece que las cosas
están casi al lado mío. A veces los objetos se vuelven repentinamente más
brillantes (Oliver en Williams, 1994).
Fluctuación entre la
hipersensibilidad y la hiposensibilidad y la sensibilidad normal (“dentro” y
“fuera”). Freeman (1993) describe la percepción que tienen las personas que
tienen las personas con autismo acerca del mundo como una frecuencia de radio FM que no está correctamente sintonizada o
que pierde la sintonía mientras conduces por una autopista. A veces el mundo se
ve claramente y otras simplemente no se ve”.
Algunas personas con autismo aportan
explicaciones para este fenómeno: Donna Williams (1994) compara el autismo con
un balancín: cuando se está arriba o abajo no se puede ver todo lo que sucede
al completo. Cuando se está a medio camino, se consigue vislumbrar algo de todo
aquello que se podría ver si no se tuviera
autismo.
J.G.T. Van Dalen lo denomina como
“salirse de repente del autismo” y describe su experiencia personal en este
proceso de la manera siguiente: “la permanencia en un estado sin autismo
únicamente dura unos minutos…ese proceso de salirse del autismo ocurre
instantáneamente, la reaparición es gradual” (1995).
Curiosamente, estas experiencias han
hecho que Van Dalen llegue a las siguientes conclusiones:
-
El autismo es un déficit perceptivo. Durante estos
breves periodos de tiempo, cuando su “percepción se normalizaba”, “advertía por
encima de todo que el miedo difuso (que experimentaba constantemente)
desaparecía por completo…donde antes sólo existían objetos físicos inanimados,
empezaban a salir a la luz todas las (cálidas) sensaciones normales que se dan
en una relación corriente”.
-
El grado de autismo dentro de una persona puede variar
considerablemente, incluso hasta el punto de experimentar “salirse de repente
de él”.
QUÉ SÍNTOMAS
BUSCAR.
1)
Responde de manera diferente (placer – indiferencia –
angustia) a los mismos estímulos
visuales/auditivos/olfativos/gustativos/táctiles, a las mismas actividades que
implican movimiento (girarse, deslizarse, balancearse, etc.
2)
Puede tener diferente tono muscular (bajo-alto).
3)
Los trazos a lápiz, letras, palabras, etc son
irregulares (por ejemplo, a veces demasiado juntos, a veces demasiado tenúes).
Vicky puede comer todo lo que se le
dé un día y negarse a comer su comida favorita (salchicha) al día siguiente.
Alex puede responder de diferente manera a los mismos estímulos visuales
(colores, dibujos) o auditivos (el sonido de la calefacción, ventilador)
dependiendo de su estado físico y cuan cerca esté de “la última gota que colma
su vaso”.
3.3.3 Percepción
fragmentada (percepción “por partes”, exceso de selectividad hacía un
estímulo).
Debido a la percepción gestalt, y
cuando hay que procesar demasiada información de forma simultánea, a menudo las
personas con autismo no son capaces de “romper” la imagen en su totalidad y
separarla en unidades con significado, ni de interpretar los objetos, personas
y entornos como componentes de una situación entera. Simplemente procesan las
“partes” que atraen su atención.
Esta percepción fragmentada pueda
afectar a todos los sentidos:
Siempre
he sabido que el mundo estaba fragmentado. Mi madre era para mí un olor y una
textura, mi padre un tono, mi hermana mayor era algo, algo que se movía, que
cambiaba de sitio (Williams 1992).
Recuerdo
que me atraían algunas partes o pedazos de las caras de las personas. Me podía
gustar el color de los ojos, la textura del pelo o la alineación de los dientes
(Williams 1999).
En
ocasiones la gente tenía que repetir varías veces una misma frase para mí, ya
que la oía en pedazos, y la manera en la que mi mente había fragmentado en
palabras dicha frase simplemente me dejaba un mensaje extraño y a menudo
ininteligible. Era como cuando alguien anda jugueteando en una habitación y el
volumen de la televisión está subido (Williams, 1992).
La percepción de las partes en vez
del conjunto y la utilización de únicamente una cantidad muy limitada de
información disponible se conoce como “superselectividad del estímulo”.
(Lovaas, et al, 1971). El resultado es que a menudo las personas con autismo
reaccionan sobre partes de objetos o personas como si estos fueran entidades
completas:
Cuando
alguien podía ver una muchedumbre de gente, yo veía únicamente un brazo, una
persona, una cara, una mano, un ojo…Yo veía diez mil imágenes mientras que otra
persona simplemente veía una (Williams, 1998).
No
veía el conjunto. Veía el pelo, los ojos, la nariz, la boca, la barbilla…pero
no la cara al completo. (Alex en Williams, 1999).
Una de las teorías que intentan
explicar este fenómeno es la teoría de la coherencia central (Frith, 1989;
Happé, 1994): las personas con autismo carecen de una “coherencia integrada” y,
en consecuencia, ven el mundo de una manera “menos integrada”, “menos
completa”, es decir, de una manera más analítica que holística.
En contraste a la hipótesis de la
teoría de la coherencia central en el autismo, uno puede suponer que las
personas con autismo poseen un fuerte instinto para la coherencia (a saber, una
percepción holística del mundo), siendo la única dificultad el romper o
fragmentar la gestalt en unidades con significado para así analizarlas por
separado. Es imposible llegar a interpretar la situación si no se pueden
percibir las unidades, separadas como partes integrantes de un conjunto. Brad
Rand, una persona con autismo, explica que una de las posibles causas de ver
las cosas como si estuvieran desconectadas podría ser la falta de recursos para
procesar al mismo tiempo todas aquellas partes relevantes de un estímulo. Esto,
a su vez, podría motivar tanto un enfoque atencional demasiado limitado como
algunos recursos de memoria insuficientes para llevar a cabo la tarea. En este
caso, la relación existente entre las cosas desaparece. Todo parece constituir
conceptualmente una entidad separada y sin relación alguna. Los términos
“encima”, “al lado de”, y “frente a” parecen no tener mucho más significado del
que por sí mismo ya tienen, ya que algo que está “encima”, “al lado de”,
“frente a” no constituye una realidad hasta que uno no se centra directamente
en ello (Williams, 1999).
La percepción fragmentada, originada
por la incapacidad de “romper o fragmentar la gestalt” en partes integradas y
con significado, se ajusta a la definición de la coherencia central débil. De
este modo, podemos afirmar que la teoría de la coherencia central débil puede
aplicarse a etapas posteriores del proceso sensorial perceptivo.
La percepción “por partes” se puede
apreciar claramente en los dibujos que realizan algunos niños con autismo. Un
chico de 13 años con autismo verbal estaba dibujando una iglesia. Decía
mientras dibujaba: “Voy a dibujar una iglesia, con una bandera en lo alto. Un
reloj donde pone las dos menos veinte. Y después voy a dibujar una gran ventana
en la iglesia. Una campana que hace talán-talán. ¡Ya está! ¡Hecho!”
En
la etapa de la percepción
fragmentada, la persona tiene grandes dificultades para tratar con las personas, ya que no sólo
ven muchas piezas sin conexión alguna entre ellas, sino que también los
movimientos que realizan estos “pedazos de personas” resultan impredecibles. La
estrategia para hacer frente a este problema es evitar a la gente y nunca
mirarlos. Esto no quiere decir que no puedan ver a una persona en su totalidad
(nivel perceptivo). Parece que son incapaces de procesar el significado del
conjunto de una persona, por lo que realizan este proceso “parte por parte”.
Como resultado, la imagen que obtienen de la “colección de partes” puede
carecer a menudo de significado y ser aterradora. La fragmentación complica la
interpretación de las expresiones faciales y del lenguaje corporal y dificulta
e incluso bloquea el desarrollo de la comunicación no verbal.
Echemos un vistazo de nuevo a los
dibujos de los chicos. Dos chicos con autismo dibujaron unos “retratos” de sus
madres. No es de extrañar que para estos chicos la interacción social resulte
muy difícil, por no decir imposible. A menudo los describimos como
“extraterrestres”, pero ¿no nos verán ellos también como extraterrestres a
nosotros?
Esta categoría también incluye una
especie de “visión de tunel”, que experimentan algunas personas con autismo:
Cogí
su mano y la miré con atención. La examiné con mis ojos desde los dedos al
hombro, desde el hombro a los ojos, bajé luego hasta la nariz y la boca. Ian
era un puzzle lleno de piezas, de manera que mi mente no estaba en condiciones
de darle un sentido atendiendo al conjunto, a la totalidad de éste. (Williams,
1999).
La fragmentación se puede dar en
todas las modalidades sensoriales. Por ejemplo, Alex está seguro (como otras
personas) de que tiene dos frentes y siempre le pide a su madre que le bese en
“ambas”: “en esta y en esa”.
Dado que algunas personas con
autismo perciben todas las cosas por partes, necesitan tiempo para adaptarse a
los diferentes entornos. Como el número de objetos que ven es superior en
cantidad (ya que ven diferentes imágenes del mismo objeto desde diferentes
ángulos, Van Dalen, 1995), pues no se sienten seguros sumergidos en este caos
de cosas y personas. Como consecuencia de esta percepción fragmentada, las
personas con autismo muestran una
conservación de la monotonía, una resistencia al cambio y estados de ansiedad en aquellos lugares que
no les resultan familiares.
La percepción “por partes” quiere
decir que las personas con autismo definen a las personas, cosas y lugares
tomando como referencia precisamente esas partes. Pueden repentinamente
encontrar que algo que les era familiar hasta ese momento se convierte
sorprendentemente en algo sin familiaridad alguna, si algún ligero componente
cambia, como ejemplo, cuando se cambia de lugar algún mueble o alguien no lleva
la misma chaqueta que normalmente usa (Williams, 1996). Dado que procesan lo
que perciben pieza por pieza y no como un todo, reconocen las cosas y las
personas gracias a las “piezas sensoriales” que han almacenado como
definiciones. Por ejemplo, pueden “reconocer” a su madre por el color del vestido
y pueden no “reconocerla” si el vestido que lleva es de un color diferente. Así
mismo, también pueden conocer a las personas u objetos mediante el olor,
sonido, entonación, la manera en que se mueven, etc.
Las personas con Síndrome de
Asperger (especialmente las mujeres) tienen un sentido muy pobre de la
orientación. Cuando se acercan a una calle desde una dirección inusual, aunque
hayan estado en ella en numerosas ocasiones, no logran reconocer la calle de inmediato.
Otro “efecto secundario” de la
percepción por partes es “una sensación
de miedo que no está específicamente relacionada con determinados objetos, pero
que se origina cuando ese primer encuentro con un objeto físico es de carácter
parcial” (Van Dalen, 1995). Éste compara esta experiencia con enfrentarse a
una silueta en la oscuridad: uno sabe que hay algo ahí, pero no logra descifrar
del todo de qué se trata. Es difícil identificar los “conceptos sensoriales”
que el niño ha almacenado en su memoria. Sin embargo, algunos padres saben “intuitivamente”
qué es lo que puede molestar a sus hijos.
QUÉ SÍNTOMAS BUSCAR:
1)
Se oponen a cualquier cambio.
2)
Seleccionan y se centran en los aspectos menores de los
objetos que se encuentran en su entorno en vez de hacerlo en su totalidad.
3)
Se pierden con facilidad.
4)
No reconocen a las personas que visten ropas que no les
resultan familiares o en las fotografías.
5)
Oyen palabras aisladas en lugar de la frase completa.
6)
Se quejan acerca de algunas partes de las ropas, huelen
algunas comidas, etc
7)
Se sienten confusos con la comida que normalmente les
gusta.
8)
Se quejan de algunas partes de su cuerpo.
9)
Se oponen a realizar nuevas actividades motoras.
Vicky tiene a menudo problemas con
algunas partes de su vestimenta: “Me duele aquí”, dice, al mismo tiempo que
intenta arrancarse la manga derecha, mientras que, sin embargo, no tiene ningún
problema con la izquierda.
Alex ve “por partes”: “su pierna me
molesta”. “La cabeza de Dasha (el gato) se ha dado la vuelta”…
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