• Favorecer una acción
coherente y coordinada con todo el equipo
docente.
• Establecer un ambiente organizado, con normas y reglas
claras.
• Fomentar un mayor autocontrol por
parte del alumno
o alumna, de forma que le hagamos
saber cuándo no está respetando las normas,
antes de que los conflictos sean difíciles de controlar.
• Determinar de forma consensuada con todo el equipo docente
las consecuencias del incumplimiento de las normas.
• Establecer consecuencias naturales. Ejemplo, si cuando salen
de clase él o ella siempre quiere ser el primero y para ello se lleva
por delante a quien encuentre, la próxima vez tendrá que salir al final para no tropezarse y practicar después
hacerlo de forma ordenada.
• Dar
indicaciones cortas, claras y concretas.
• Utilizar un tono firme, emocionalmente neutro y meramente informativo.
• Formular las normas en positivo (caminar
poco, hablar bajito…), para enseñar conductas adecuadas.
Uso de estrategias básicas para el control del
comportamiento:
• Recodar brevemente y con frecuencia las
normas sociales de comportamiento: no masticar
chicle, pedir permiso
para hablar, etc.
• Pedir
al alumno o alumna que explique las normas correctas de situaciones concretas que pueden ser problemáticas, por ejemplo las
normas establecidas para el recreo.
• Uso de valoraciones positivas
concretas, evitando
las frases hechas, tales como «eres buen chico».
• Utilizar
el sistema de puntos o economía de fichas para
premiar comportamientos
adecuados que deben ser acordados entre el
profesor o profesora y el alumno o alumna. Para conductas socialmente
negativas aplicar técnicas como coste de respuesta o tiempo fuera. ®
• Para generalizar los cambios conductuales conviene mantener una comunicación
continua entre todos los componentes
del equipo educativo, de forma que todo el profesorado utilice las mismas
técnicas y estrategias.
• Ignorar comportamientos desajustados. Esta técnica
no se aplicará cuando
la conducta pueda
suponer un peligro para quienes le rodeen.
• Reforzar comportamientos adecuados, aunque sean
poco impor- tantes. Alabar y prestar
atención cuando el niño o niña haga
lo que se espera
de él como atender,
estarse quieto, etc.
• Utilizar la sobrecorrección, es decir,
la práctica de la conducta adecuada.
• Utilizar la negociación a través de contratos. Consiste
en establecer una negociación, un contrato por escrito, entre el profesor
y el alumno. En este contrato
se especifica claramente qué es lo que se espera del niño (en el plano
académico y conductual) a medio y lar- go
plazo, y qué ocurrirá si logra llevarlo
a cabo o no. Por ejemplo, al comenzar la etapa escolar, el contrato puede
establecer que el niño
debe aprobar la asignatura de matemáticas al final del trimestre. Si lo logra, podrá sumarse al grupo de teatro del colegio.
• Ayudarle a analizar las consecuencias de sus acciones.
• Utilizar el
aislamiento o tiempo-fuera.
• Potenciar la participación y responsabilidad a través de experiencias en el aula. Se puede comenzar
con tareas sencillas para dar
mayores responsabilidades después.
Así por ejemplo,
tareas como borrar la pizarra,
recoger los cuadernos, etc.
• Mantener
un estilo positivo de interacción. Cuando se aplica un castigo será conveniente, después de haberlo
cumplido, darle otra
• Evitar que el estudiante viva la clase
con tensiones y ofrecerle
apoyo y afecto. Procurar no
avergonzarle ni ponerle en evidencia a causa
de sus dificultades.
• Supervisar constantemente para anticipar y prevenir
situaciones y generar en el alumnado
mayor seguridad y autocontrol.
• Ayudarle a utilizar auto-instrucciones.
• Realizar tutorías
individualizadas, de forma
que el tutor o tutora
facilite un espacio
de comunicación positiva
individualizada con el alumno o alumna, que permita encauzar
alguna conducta determinada, expresar sensaciones y sentimientos cuando
sea preciso.
• Reflexionar
y analizar sobre la conducta
desajustada y sugerir comportamientos alternativos.
Es muy importante concienciarnos de que estas
herramientas no funcionan cuando se consideran opciones aisladas para utiliza de vez en cuando. Al contrario, su eficacia va directamente ligada a la consistencia y coherencia en su aplicación, es decir,
deben constituir la manera habitual de proceder de todo el equipo educativo, y en todas las situaciones
y contextos.
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